Sacrificio.

La palabra proviene del latín: sacrum y facere, que significa “hacer sagrado”.

La persona común usa la palabra como un doloroso acto de desapego, que no coincide con la etimología de la palabra.

Cuando el Masón ponga su muerte dentro de la Bolsa Benéfica, estará cometiendo un “Sacrificio”, es decir, sagrando su muerte, o haciéndose sagrada, entregándose, esotéricamente, a quienes necesitan ayuda.

En los altares hebreos, el sacrificio estaba en la quema de las ofrendas, porque el olor que se desprendía del humo agradaba al Señor; esta práctica que involucra fuego se llama el Holocausto.

Cada vez que el Masón busca superar sus debilidades, estará sacrificando al Señor; esta actitud se convierte en un acto sagrado y, por tanto, sacerdotal.

Todo acto humano debe ser consciente; nada debe hacerse sin pensar; todo debe estar “armado” teniendo en cuenta la precedencia.

Breviario Masónico / Rizzardo da Camino, – 6. Ed. – São Paulo. Madrás, 2014, pág. 350.

La bolsa de beneficencia.

La segunda bolsa se la entrega en la persona del hospitalario, además se realiza el recorrido de acuerdo con la jerarquía funcional; 

Se Ofrece la bolsa a los Hermanos sin mirar la mano que pone el óbolo.

Contribuir económicamente a la beneficencia es uno de los deberes más serios de todo masón, ya que, junto con su óbolo, deposita sus “fluidos espirituales”, que magnetizan los valores, dando a quienes los reciben como caridad mucho más que un valor material. 

Cuando colocamos nuestro óbolo , debemos visualizar al destinatario, enviándole nuestro cariño y mejores deseos de prosperidad. 

En los  momentos transcurridos durante recorrido de los sacos, el masón debe intentar estar en meditación, valorando así su gesto altruista. 

¡No se exigen cantidades, sino calidad! Algunas monedas entregadas con esfuerzo  pueden resolver el problema financiero más serio; no olvidemos  lo hacemos para apoyar la situación de muerte de la viuda, allí operara la multiplicación de pan y el pescado.  Todo es posible dentro de una Logia, ya que se trabaja bajo los auspicios del Gran Arquitecto del Universo, que es Dios. 

Es “más bienaventurado el que da que el que recibe”, es un precepto bíblico que siempre debe estar en nuestra mente. 

No debemos donar las sobras, sino lo que determine nuestro corazón. 

Breviario Masónico / Rizzardo da Camino, – 6. Ed. – São Paulo. Madrás, 2014, pág. 23.