Durante nuestro proceso iniciático, siempre hemos mantenido la premisa de “elevar templos a las virtudes y ahondar pozos sin fin a los vicios”…, este hermoso precepto lo mantendremos a lo largo de toda la carrera masónica, porque es la esencia viva del trabajo de nuestra orden. Pero esta ardua tarea de encerrar a los vicios parte del principio fundamental del compromiso con el trabajo interior, la disciplina en el trabajo esotérico es la herramienta fundamental para poder iniciar la colosal tarea de edificar ese templo interior.
Para encarcelar y dominar los vicios hace falta cavar primero los pozos y esa tarea se inicia desde el primer momento que empezamos a estudiarnos a nosotros mismo, desde el momento de la iniciación masónica, en esa parte fundamental en donde nos fundimos con el elemento tierra. En este análisis tenemos la primera arma para iniciar el estudio de esos emblemático siete vicios, que derivan en tantos elementos perjudiciales que truncan y atrasan el trabajo de todo iniciado, esa arma es la rectificación, que nos dará la luz para aceptar que tenemos esos vicios, que nos tienen dominados, que nos manejan en muchísimos casos a su antojo, pero que hemos tomado la decisión firme de ahondarlos para siempre en los pozos sin fin.
Pero sin el compromiso claro de un trabajo consciente sobre el desarrollo de nuestro espíritu no podremos lograr la meta, aun cuando el gran arquitecto nos entregue todos los dones y todas las herramientas posibles. Lo lejos que podamos llegar en ese trabajo asignado desde la etapa de aprendiz cuando recibimos la luz, es asunto exclusivo de cada Q.’.H.’. ya que para poder edificar la obra que no es más que el dominio de esos sietes vicios y transmutarlos en virtudes, se requiere, alto desarrollo espiritual, una vida de constante humildad, mucha auto-observación y sobre todo servicio a nuestros semejantes, procurando siempre ayudar y enseñar cuanto podamos, que es lo que nos dará el capital suficiente para lograr convertirnos en verdaderos alquimistas de la luz. Al integrarnos con nuestro espíritu, que no es más que nuestro maestro interno, ese venerable maestro, de muchas existencias que hoy dominado por lo denso de la materia que ocupa, rodeado de esos vicios que hoy en día están más acentuados en este plano, busca incesantemente las respuestas en diferentes caminos, hasta encontrar el compendio de herramientas que lo ayudara a edificar su obra y lo enseñara a practicar la alquimia y transformar una serie de elementos que por sí solo serían perjudiciales para su obra, en virtudes que lo consagran en el camino duro del proceso de construcción de su templo interior.
Luego de analizar y consultar alguna bibliografía y coincidir en su mayoría coloco los siete vicios: 1- La pereza, como primer aspecto negativo a estudiar y analizar, porque la inconstancia, la falta de compromiso que derivan directamente de este, hacen que los trabajo se atrasen y truncan la obra de todo iniciado, pero si sabemos trabajar este vicio a beneficio de nosotros transformándolo en la virtud de la constancia, del amor al trabajo espiritual y material, los resultados serán evidentes en el proceso de manejar los otros seis vicios; 2.La lujuria, cuánto daño y desequilibrio conlleva este elemento altamente perjudicial para el iniciado, afectando su entorno y a su familia, llevándolo a cometer cuantas abominaciones podamos imaginar convirtiéndonos en verdaderos esclavos, deshonrando el don más sagrado conferido que es el poder creador a través de la energía sexual, prostituyendo esa llama sagrada del amor en el altar de las bajas pasiones que quema la vida, y oscurece el alma llevándonos sin medida al abismo de la degeneración.
Pero el iniciado medido a su trabajo, dominado y enterrando este
vicio encama el más grande de las virtudes que es el amor puro, ese que lo
establece como hombre libre y de buenas costumbres, entregado a su familia y a la
formación de ésta con el arma más poderosa que es el ejemplo, vivificando el
verdadero uso de la moral para construir, recordando siempre que sin una vida ética
y sin practicar la moral, ningún progreso espiritual es posible; 3. La ira: que tanto
nos ciega, que nos perturba y nos convierte en amargados, que retrasa nuestro
trabajo y nos aleja de la familia y los hermanos, esa que es la base del egoísmo que
nos ata a una vida llena de maldad, es sin duda unos de los factores más
perturbadores en el proceso del crecimiento espiritual, desvanece el amor y sin
amor es imposible crear obras a la Gloria Del Gran Arquitecto Del Universo. Al
transformar la ira en armonía con nosotros mismo y nuestros semejantes,
rectificando, corrigiendo, ayudando y sobre todo perdonando, podremos seguir
cultivando el arte de trasmutar los vicios en virtudes y en este caso particular la
armonía espiritual necesaria para ejecutar ia obra; 4. La gula es otro factor
destructivo que generalmente vinculamos con la forma afanosa y desmedía de
consumir alimentos, pero este vicio aplica, al cigarrillo, la bebida, y otras tantas
cadenas que llevamos encima por permitir que éste viva de nosotros, como parásito
que destruye poco a poco nuestro cuerpo físico que fue prestado para cumplir la
obra de redimirnos en este plano. Al trabajar con este vicio y convertirnos en seres
comedidos, es decir, que es moderado, no exagerado, agresivo ni irrespetuoso,
disfrutaremos de una vida más plena, sin excesos y sin abusos de ninguna índole,
impidiendo que por nuestros propios actos destruyamos la materia que ocupamos
y el daño que muchas veces sin saber infringimos a nuestros semejantes; 4.-La
envidia sin duda, nos ciega y nos convierte en prisioneros de las más viles ilusiones,
apartándonos del trabajo por estar pendiente del trabajo de los demás, por lo que
es necesario tener la balanza del equilibrio al admirar los progresos del prójimo para
que por justo sacrificio y esfuerzo se logren las metas espirituales y materiales. 5.- La
avaricia es otro de los más perversos vicios, que nos encadena y nos ciega en el
terrible mundo del materialismo, que es atraso de todo tipo, paralizando por
completo cualquier adelanto en nuestra obra interior, llevándonos a cometer los
peores crímenes por el amor desmedido de las riquezas materiales. La dominación
de este vicio nos lleva a un comedido uso de lo material, para el desarrollo y la
mejora de la calidad de vida para nuestras familias y hermanos, sin descuidar el
óvolo, de la beneficencia que tiene que plasmarse tanto en el plano material como
en el espiritual. 6.La soberbia y 7. El orgullo, no son más que el antifaz que sigue
puesto en nuestros ojos e impide ver la luz que se nos entregó en el día de nuestra
iniciación, es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás
impidiendo de verdad entregarnos a una rectificación verdadera y por ende dar inicio
al trabajo de dominar estos aspectos negativos que destruyen y paralizan el trabajo
ya iniciado.
Para cumplir con el sagrado precepto de “ahondar pozos sin fin a los vicios y elevar templos a la virtud”, tenemos que liberarnos primero nosotros de los vicios, para construir esa prisión donde después de juzgarlos por la oscuridad en que nos han mantenido en este plano hemos de meter a esos vicios, para transmutarlos y lograr así nuestra gran obra: Perfeccionar nuestro templo interior. A L.’.G.’.D.’.G.’.A.’.D.’.U.’., S.’.F.’.U.’.
Es cuanto.
FRATERNALMENTE
LUIS RAUL JIMENEZ FIERRO.
M.’.R.’.G.’.M.’. DE LA M.’.R.’.G.’.L.’. COSMOS A. C.
DEL R.’. E.’. A.’. y A.’. DEL ESTADO DE CHIHUAHUA. 2021-2024.