¿Masonería o Francmasonería?

Esta vez mi intención es aportar información sobre un tema sencillo, determinar cuál es la acepción más adecuada cuando haya que referirse a la denominación de nuestra orden. En algunos libros se lee Francmasonería, en otros Masonería, en idioma inglés Freemasonry; algunos autores aluden a los operarios de las logias como masones, otros como francmasones y en lenguas anglosajonas se les denomina free masons.  

Nuestra propia liturgia en el instructivo del aprendiz nos señala que deberíamos decir Francmasonería, que es el verdadero nombre; pero el uso ha hecho que sólo se le dé el nombre de Masonería. Por extensión podemos deducir que propiamente, es mucho más adecuado llamar francmasón al iniciado en esta filosofía moral. 

Los autores no llegan a un consenso sobre este tema. Tal parece que el origen etimológico del término es cambiante de acuerdo a la lengua en la que busquemos el significado. Mencionaré algunos ejemplos, cada uno elija el que filosófica, moral y espiritualmente más le aproveche.    

Por ejemplo Jorge Adoum en su obra “El aprendiz y sus misterios” nos explica que el término francmasón se deriva de las raíces “phree” y “messen”, vocablos egipcios que significan, para algunos autores, “hijo de la Luz” y, para otros, “libre constructor”. Esta explicación puede tener cierto fundamento litúrgico y ritualístico, pues el masón una vez iniciado, simbólicamente renace a la luz y con apoyo en los principios de la libertad, la igualdad y la fraternidad, por su propia voluntad emprende el trabajo de construir su propio templo, su propio edificio.

Por su parte Magister en su “Manual del Aprendiz”  afirma que la palabra masón (del latín medieval macio, equivalente de cantero, de donde vino también el alemán Metzen) parece se usó por primera vez en el siglo XIII, siendo exportada de Francia a Inglaterra. La expresión francmasón (masón afrancado o libre de impuestos) aparece por primera vez en 1375.

El origen de esa última palabra se ha relacionado con los especiales privilegios y exenciones concedidos por los pontífices Nicolás III y Benito XII, en vista de la reconocida moralidad de estas corporaciones y de las obras piadosas a las cuales se dedicaban como constructores de Iglesias. Pero el real significado originario de este atributo de francos o libres ( en inglés freemasons) 

En este sentido, Rafael Fulleda Henríquez, también coincide en esencia con Magister, y nos dice que fue en el siglo XIV cuando se empieza a llamar Francmasones a los constructores que se hallaban asociados en Gremios, y se generaliza la palabra Logia para designar el sitio en donde ellos se reunían. 

Según Henri Tort Nougues, en “La Idea Masónica, Ensayo sobre una Filosofía de la Masonería”, en antaño la  libertad de ejercer un oficio estaba supeditada a una reglamentación rigurosa. Se distinguían dos tipos de oficios: los oficios reglados y los oficios jurados. Los oficios reglados estaban regidos por la autoridad pública, que promulgaba una reglamentación a la que habría que someterse si se quería ejercer estos oficios. Los oficios jurados constituían una especie de cuerpo autónomo; la admisión en estos oficios estaba condicionada a la prestación de un juramento. Los Francmasones pertenecían a la categoría de oficios jurados y lograban su pertenencia mediante juramento. 

Los masones constructores entonces se distinguían por su carácter itinerante lo que los colocaba por fuera del control municipal. Naturalmente, estos hombres no podían ser ni esclavos ni siervos, sino “libres” y dueños de su destino personal. Por lo tanto, como nos dice el V.·.H.·. Iván Herrera Michel en su libro Historia de la Masonería la Logia Operativa y sus Masones son desde el principio un fenómeno económico de origen urbano, sin restricción política territorial, que se desarrolla al compás que lo hace la burguesía. 

¿La piedra franca no aporta nada al origen etimológico del término? Pues algo hay de esto. En el libro “La piedra franca” de José Schlosser, nos explica que durante la edad media, fue extraída de las canteras francesas más piedra que en toda la historia del antiguo Egipto. Su destino: la construcción en el norte de Francia e Inglaterra. Gran parte de ella provino de las canteras de Caen. Caen es la capital del departamento francés de Calvados, ubicado al nordeste, entre el estuario del río Sena y la península de Cotentin. Piedras francas, así se denominó a estas piedras de Caen, al igual que a todas las piedras sedimentarias extraídas de otras canteras. 

Distintos autores, especialmente ingleses, han sostenido que de esta designación proviene el free utilizado en Inglaterra para distinguir a los “masons” dedicados a la construcción de catedrales (freemasons) y que su origen está en el nombre que se aplicaba a la piedra de fácil corte y talla, freestone, a diferencia de la roughstone, la piedra dura y de más difícil corte, que era trabajada por los llamados “hard hewers” (“hacheros duros”) o “rough masons”.

No obstante, todos los operarios constructores de catedrales se agrupaban en gremios, independientemente de que el reclutamiento de trabajadores para estos edificios se hacía sin considerar en absoluto su lugar de residencia. La dependencia de un nuevo patrón y la distancia hacían que en el lugar de la obra donde se establecían para trabajar no regía la autoridad de aquellos cuerpos, por lo que el masón era libre (free from …), un franc-mason (y no masón libre),franc-maçon o freemason.  

En estos casos el prefijo “free” se utilizaba separado del nombre del oficio, significando que sus integrantes tenían los privilegios que se habían otorgado al gremio.  obtener el freedom en un gremio, más específicamente en una Compañía de artesanos, significaba ingresar o afiliarse a la misma.

Tal vez para alguno de ustedes, resulte confuso determinar con seguridad cual es el término correcto con el que nos debemos referir a la masonería. Nuestra orden no se desdora porque se le llame de uno u otro modo. Lo que la enaltece es que cada uno de nosotros sea un operario que no cese en desbastar nuestra piedra bruta, para que no se piense que aquí habéis trabajado inútilmente y que habéis gastado vuestras fuerzas en vano. Comprendemos que nuestra obra está con el G.·. A.·. D.·.U.·. y nuestra recompensa en la  estimación y cariño de nuestros hermanos. 

Fraternalmente.

Luis

M∴M∴

Resp∴ Log∴ Simb∴ Antonio Canales Olivares Número 64.

Sobre la regularidad.

Hago uso de la tribuna de la elocuencia para reflexionar con mis hermanos acerca de un concepto muy escuchado entre los talleres. Se trata de la regularidad de los cuerpos masónicos. Existen varios ritos en masonería; nosotros pertenecemos al R∴ E∴ A∴ y A∴, reconocido universalmente.  

La definición de la regularidad para muchos hermanos ha supuesto un verdadero problema más allá de la semántica.  W. Cox Larche, en su obra “La regularidad masónica” nos señala que el proceso de deterioro y desintegración del organismo masónico proviene de las mismas causales que en cualquier organismo viviente: una irregularidad en su funcionamiento.

Al mismo tiempo el autor nos indica que, la idea de la regularidad surge para protegerse y evitar la degeneración de la masonería, estableciendo normas de reconocimiento para los que solicitaron ser reconocidos entre potencias masónicas.  

Pero para comprender este concepto, hay que analizar los Landmarks o antiguos límites, el juramento del grado, nuestra legislación vigente y desde mi particular punto de vista, el ideal de lealtad. 

¿Qué son los Ancient Landmarks o antiguos límites? Según  W. Cox son aquellas señales inalterables de todos los tiempos y de reconocimiento universal, por las cuales los límites del territorio masónico pueden ser conocidos y preservados. 

Nuestros landmarks por sí mismos implican un constructo o un acuerdo  que establece las bases fundamentales de la operatividad de los cuerpos masónicos. Hay diferentes autores que los abordan. En la última edición de la  Constitución de nuestra M∴ R∴ G∴ L∴ Cosmos A.C. del R∴ E∴ A∴ y A∴, del Estado de Chihuahua, se encuentra una transcripción de 25 antiguos límites atribuidos a Albert Gamaniel Mackey. 

Grosso modo, podemos decir que entre ellos, encontramos los siguientes:

  • Que nuestra corporación adoptará los medios de reconocimiento universalmente conocidos y aceptados en nuestro rito.
  • La creencia en un principio o en Dios, al cual nosotros le llamamos G∴A∴D∴U∴ es otro landmark.
  • Como requisito de iniciación, se exige que el candidato sea hombre, sin mutilación alguna, que haya nacido libre y que sea adulto.
  • La inalterabilidad de los lanmarks, es un antiguo límite por si mismo.

Aquí pretendemos centrar nuestra atención en los requisitos de iniciación. En la Orden sólo son admitidos los varones. Esta exigencia es muy controversial. Realmente este landmark es interpretado por la mayoría de los autores como una prohibición a la iniciación masónica para el género femenino. Ello no impide que la mujer forme sus propias logias, pues nuestra Filosofía Moral la podemos compartir con la humanidad entera. No es mi objetivo debatir sobre lo conveniente o no de conformar talleres mixtos, como ya existen en otras partes de México y el mundo. Creo firmemente que hombres y mujeres tenemos igual valor y merecemos idénticas oportunidades en el camino del progreso.

No permitir iniciarse a personas que tienen alguna mutilación, debe, bajo mi punto de vista interpretarse con precisión. La redacción del lanmark en análisis data de mucho tiempo atrás y algunos afirman que no comprende todos los casos existentes  en la realidad. Pienso que lo que el límite establece, se ajusta a la necesidad del iniciado de ejecutar el ritual en la forma prevista desde la antigüedad. Para ello se requiere caminar, desplazarse dentro de la Logia, por todos los vientos y habrá quien no pueda hacerlo; eso puede ser en apariencia una limitación infranqueable. Si me lo pide, un hermano siempre encontrará en mí, una mano, un hombro o hasta un pie o una pierna en la cual apoyarse para ejecutar el ritual, hasta donde alcancen mis fuerzas.    

Cabe destacar que la Constitución de la M∴ R∴ G∴ L∴  Cosmos A. C., nos proporciona una definición de lo que es la irregularidad, en su artículo 67 que a la letra dice: “Es irregularidad el que desconoce o modifica total o parcialmente los medios universales de reconocimiento, el que preside, o asiste a los trabajos o forma parte de una Logia Simbólica tenida como irregular; el que pertenece a un cuerpo simbólico donde se practica menos o más de los tres grados únicos de la Masoneria Simbolica o altera sus leyendas y bases inmutables.”

Como podemos ver, la regularidad masónica significa que un determinado cuerpo y los masones que lo constituyen, practican la masonería en la forma establecida desde la más remota antigüedad, sin supresiones ni reformas, o en una frase, sin alterarlo.

Podemos decir por ejemplo que un cuerpo así, será aquel que: ejecute el ritual conforme a la letra de sus liturgias, en acatamiento estricto a la ortodoxia masónica; también lo será el taller que respete y sostenga la creencia en Dios, llamándole G∴ A∴ D∴ U∴; quienes organicen sus talleres en Logias y Grandes Logias, con el número mínimo de dignatarios y oficiales prescritos desde la antigüedad; quien transfiera los modos de reconocimiento entre masones, tal cual fueron concebidos, mediante la palabra hablada o el método previsto en el ritual  correspondiente.

Entonces, ser irregular implica, por decirlo de algún modo, alterar la ortodoxia masónica en cualquier forma. Esto trae como consecuencia, la falta de reconocimiento universal. 

El reconocimiento universal de los talleres debería darse en automático, por el sólo hecho de que los masones somos hombres libres y de buenas costumbres y cualquier hermano podría responder por nosotros.  En realidad aquí reside el problema actual y generalizado de la Orden respecto a estos conceptos. El reconocimiento universal se niega, algunas veces, sin pruebas, ¿Cómo podemos recabarlas si tenemos prohibido trabajar y visitar cuerpos masónicos no reconocidos universalmente? So pena de caer en la irregularidad ¿Pero entonces, cómo podemos constatar por nosotros mismos si un grupo altera de algún modo el ritual o vulnera algún antiguo límite? 

Cumplir con nuestros juramentos y promesas para no trabajar en talleres no reconocidos universalmente, se apoya en la idea de la lealtad. Es decir, quien es leal, actúa conforme a las leyes de la fidelidad y del honor. Un Mason no puede faltar ni traicionar la confianza dada, esa es la única razón que encuentro para justificar obligarme a no trabajar en talleres irregulares, no reconocidos universalmente. Pero yo creo que la regularidad es como la inocencia, se presume.  

Exigir el reconocimiento universal, es un requisito que se funda en la idea de que el masón, por sí mismo, no puede calificarse ni ostentarse como tal. Necesita que sus hermanos le reconozcan, para comprender que no es simplemente un iniciado, sino un operario en toda la extensión de la palabra.  

La Filosofía Masónica es inclusiva, porque sus conocimientos están a disposición de cualquiera que con trabajo los conquiste. Que la tradición se ejecute en Logias que solamente se conforman por varones, no necesariamente significa que se excluya a nadie. Pienso que la Filosofía Masónica le concede a la mujer un papel muy importante en la vida del hombre, como madre, hermana, hija o como compañera de vida, porque el masón en Logia aprende a conocerlas, amarlas y respetarlas.   

La Masonería como acción y forma de vida, debe ejercerse en la manera en la cual fue concebida; porque sólo así lograremos alcanzar el fin que persigue la Orden. Cualquier cambio por más meditado y bien intencionado que parezca, transformaría una Logia, solamente en un club social o en cualquier otra organización que no podría ser considerada como Francmasonería.

Cada uno debe discernir por sí mismo y entender que la mayor parte del tiempo el concepto de regularidad o irregularidad mal entendido, divide a la orden. Estas líneas pretenden aportar un poco de luz sobre el tema y evitar que con apoyo en estos conceptos se genere un clima de incomprensión entre los masones. La ausencia de unidad también deriva de la falta de comprensión entre unos y otros.  

A pesar de todo esto, siempre debemos respetar la naturaleza de nuestra institución. Y hacer todo cuanto esté de nuestra parte para que su esencia permanezca intocada por siempre. Como dijo G. K. Chesterton: “ Lo que está mal en el mundo es que se altera el alma humana para que se adapte a las condiciones; o se alteran las condiciones para que se adapte al alma humana.”  No tenemos derecho alguno a alterar la esencia de la Orden para adaptarla a las condiciones que nos toquen vivir y; del mismo modo, no podemos alterar las condiciones en que vivimos para que se adapten a la Orden. Debemos respetar y tolerar a todos los hombres y su libertad.

Fraternalmente:

Luis.