El mandil.

Al parecer, el uso del delantal sugiere protección, ya que cubre partes de la parte inferior del abdomen, donde se ubica el órgano reproductor.

El hombre siempre ha tenido la tendencia a protegerse, primero del clima, después de todo lo que le era adverso o enemigo.

Hoy en día, tenemos delantales de todo tipo, incluido el plomo, para proteger a quienes se enfrentan a la radiactividad.

En la masonería, sin embargo, esta protección es simbólica y se refiere al cuidado de no “manchar” el delantal, manteniéndolo inmaculado, simbolizando la pureza.

Sin embargo, para el día a día, ¿qué lección nos presenta el delantal?
En nuestra imaginación masónica, tenemos el deber de llevar siempre el delantal, aunque no haya materia, sino solo la imagen mental, porque así tendremos en nosotros, la vigilia, el cuidado, el celo y el propósito de servir.

La práctica evangélica de mayor bienaventuranza para los que sirven, que para los servidos, es la lección que debemos preservar como protección, no dejando libre el egoísmo y la astucia del “aprovechamiento”.

El delantal debe estar “usado”; por eso, nos ponemos permanentemente esta protección simbólica, para que nuestras vidas sean rentables.

Breviario Masónico / Rizzardo da Camino, – 6. Ed. – São Paulo. Madrás, 2014, pág. 64.