Sin Fe, no hay fortaleza.

¿Por qué la primera grada de la escala masónica es la fuerza? No puede ser de otro modo, porque la carrera en la Orden es un viaje que requiere de constancia y trabajo; sin fuerza no podemos lograrlo. Muchos la interpretan como fuerza de voluntad. Aunque  es complejo definirla y más aún llevarla a la práctica; en realidad creo que el primer escalón, lleva implícito un significado realmente superior a la voluntad y que podemos hacerlo comprensible para cualquier inteligencia.

El aprendiz recibe el salario acercándose, después de su trabajo, a la Col.·. B.·.. Su sueldo no es dinero, ni ningún bien material en absoluto. Muchos autores comentan que el significado de esta columna es: en fortaleza, mi perseverancia está en el bien o  “en él la fuerza”. Todo se relaciona con la principal virtud que que se debe trabajar en el primer grado. Significa que la recompensa al trabajo está dentro de él, pues se desarrolla una Fe que le es propia. 

Reflexionemos un poco sobre la Fe y la fuerza de la Fe, sin tomar como base, lo expuesto por la Masonería en grados superiores y tampoco, en lo posible, aspectos religiosos y metafísicos. Estos últimos planos no son los más útiles para discutir este tema desde la perspectiva de una conducta activa, que es lo que le compete al aprendiz y a todos los masones, sea cual fuere el grado que ostenten. 

Por lo general, cuando se habla de esta palabra siempre se asocia con aspectos de la divinidad y la religión. Ya lo dijo San Pablo: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos XI, 1)”. El sentimiento que sirve para expresar la idea de la fe, en mi opinión es algo incluso más amplio que la literalidad de lo dicho por las escrituras, en cuanto a pedir, esperar y recibir. Es más que una confianza, una certeza a priori  o una convicción igual.

En mi concepto el masón construye con su trabajo los fundamentos de su fe. Desde el primer grado se nos invita a creer o no creer por uno mismo, fundado en el conocimiento de causa. Las concepciones religiosas y metafísicas muestran en realidad que cualquier idea sobre la fe, es algo que ya nos es dado, totalmente hecho.   

En mi entender, también es algo más que la concepción de Spinoza para quien la fe consistía: “en tener, en relación con Dios, esos sentimientos que al ser borrados quitan la obediencia a Dios y que son necesariamente puestos cuando tal obediencia es puesta”. La Fe para él es por tanto, según Nicola Abbagnano: … “el conjunto de creencias que condicionan la obediencia a la divinidad”. 

Para tener Fe, es necesario creer. La Biblia nos dice: Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. (Hebreos XI, 6).  Pero ¿qué significa creer? Es querer (lo que se debe y el por qué se debe) en obediencia reverente y absoluta, y defenderse contra los vanos pensamientos de querer comprender y contra las vanas imaginaciones de poder comprender. Entonces para creer también por uno mismo, es necesario un trabajo exterior, pero sobre todo uno interior, fundado en el ejercicio de la razón. Porque sólo lo que se descubre por si, puede ser propio y formar parte de nuestro ser.  

La creencia o creencias en general, son un compromiso en relación con una noción cualquiera. He aquí la clave para mi del sentimiento que es la Fe. No sólo es convicción o confianza. La Fe que construimos aquí o que se puede edificar en cualquier lado, si es propia, es compromiso y es fácil seguirla. Quien por sus propios medios construye su Fe, obtiene una paz profunda; quien solamente sigue la Fe que le fue heredada, alcanza resignación.  

La que propone la Filosofía Moral, es una Fe activa, pues sin obras es Fe muerta. Lavagnini nos dice que: …“esta fe, es propia de quien se ha iniciado en el conocimiento de lo Real, lo que se esconde detrás de la apariencia exterior o visible de las cosas –y que no es fe ciega, en cuanto se basa sobre la propia conciencia de la realidad-, es algo desconocido para el profano, esclavo de la ilusión de los sentidos, quien confunde la apariencia con la realidad”. El que se encuentra a sí mismo y a Dios, agradece. Quien supone haberlo encontrado sigue pidiendo.

Ese compromiso es para con uno mismo, hacia nuestros semejantes y también con la divinidad. Comprometerse consigo mismo y la divinidad a buscar la verdad. Comunicar a nuestros hermanos lo que alcancemos de ella, es lo que representa adquirir un compromiso con los demás. Por todo esto afirmo que la Fe no puede ser impuesta. Como nos dice Juan Pablo II, en su Encíclica Fe y Razón: “En la fe, pues, la libertad no sólo está presente, sino que es necesaria”. 

Los aprendices y todos nosotros tenemos una tarea ineludible. Construir nuestra Fe nos confiere un alto grado de responsabilidad para conocer los deberes que tenemos en nuestra existencia y actuar en consecuencia. Nuestra misma libertad nos impide renunciar o claudicar a tal empresa, porque libremente adquirimos tal compromiso y entonces inevitablemente seremos llamados a nuestra columna para recibir la justa retribución a nuestro trabajo.   

Es cuanto.  

FRATERNALMENTE


Luis

M∴M∴

Resp∴ Log∴ Simb∴ Antonio Canales Olivares Número 64.