Septentrión

Al norte de la bóveda Celeste, al final del firmamento, vemos en los techos de las Logias , nubes espesas y negras: es el Norte; bajo estos símbolos está el trono del Primer Vigilante.

Esta oscuridad es una alerta para el Masón, ya que, aunque la Luz (el Sol) está permanentemente dentro de él, surgen momentos de debilidad, aislamiento y tristeza. Esta alerta, que se muestra donde no hay estrellas, sirve para señalar el peligro de caída.

Todos estamos sujetos a ser victimizados por el “oponente”, es decir, por el mal que puede presentarse como adicción, maldad, desamor y abandono. Genéricamente, la humanidad afirma “creer en Dios”; sin embargo, no lo invoca; somos cristianos de fachada, de tradición, pero no amamos al Señor y esto es especialmente así en estos días de oscuridad y agitación espiritual.

La oscuridad del Norte nos advierte que siempre hay oscuridad donde la luz no llega; si, encerrado en una habitación, no abrimos la ventana, no aparece la luz del sol. Debemos abrir todas nuestras ventanas, para que la Luz sea abundante.

Cuando visualizamos la Tienda del Norte, inmediatamente contemplamos el Sol y la Luna, disipando así la oscuridad en nuestra mente. Breviario Masónico / Rizzardo da Camino, – 6. Ed. – São Paulo. Madrás, 2014, pág. 361.