Sobre la Fraternidad.

La idea de fraternidad en Masonería no debe entenderse como una acepción cercana a la organización y estructura de un grupo, ni a una característica corporativista; tampoco como una hermandad consanguínea, ni cercanía física entre iguales. Es un concepto abstracto difícil de llevar a la práctica, de acuerdo con los lineamientos establecidos por la Filosofía Moral. Aquí unas breves reflexiones al respecto, con la finalidad de que, entendamos mejor la fraternidad y podamos fundamentar nuestra unidad y la permanencia y crecimiento de nuestra Gran Logia en bases sólidas.

La fraternidad es una divisa masónica por excelencia, el mundo profano nos distingue por nuestras acciones, sentimientos fraternales, el tratarnos como hermanos aunque consanguineamente no lo seamos. Para comprender la fraternidad entre los masones, desde el punto de vista iniciático es útil traer a colación las ideas de Magíster en cuanto a que para dicho autor ella es:  la suma y complemento de libertad individual y de la igualdad espiritual, de las que constituye la adaptación práctica. Moralmente la fraternidad es según el mismo autor tolerancia con relación a la libertad y comprensión con relación a la igualdad manifiesta en desigualdad.  

El sentimiento fraternal implica amar al prójimo como a uno mismo. Se da por sentado que el amor propio hace que cada uno se coloque  en primer orden, alcanzando una existencia digna como ser humano.  Al actuar fraternalmente, entonces mediante un amor puro y desinteresado, cada uno coloca junto a sí mismo,  en primer orden a su prójimo, para nosotros a un hermano. 

Para lograrlo, no hay construcción conceptual, no hay estudio, ni conocimiento alguno que lo garantice. Esto no es de ideas y opiniones; es de hacer, de actuar.  Este comportamiento digno, amoroso y compasivo nace del compartir y convivir juntos dentro y fuera de Logia.   Pero esto no quiere decir, que no debamos examinar con detenimiento ideas y conceptos sobre la fraternidad para entenderla mejor y practicarla siempre. Es útil a todos comprender que los seres humanos tenemos el mismo origen y destino, que en esencia ante el rasero de la muerte se borran todas las distinciones, que no tiene sentido ser el primero o el mejor cuando todos llegaremos al mismo fin. Sólo entonces, nos dice Magíster, caerán las barreras ilusorias que actualmente dividen a los hombres.

La fraternidad no puede ser sino el resultado de haberse identificado entonces de una manera aún más íntima con sus hermanos. A nosotros los masones nos ayuda el compartir el mismo ritual, pero también el convencernos de que debemos tolerar la libertad de los demás y comprender la igualdad esencial de cada uno, en medio de la naturaleza distinta de cada uno y en medio también de la desigual materialidad que desde siempre la humanidad ha generado, sin justificación. La fraternidad finalmente se transforma en una especie de amistad. Y según Aristóteles en su Ética a Nicómaco,  la amistad perfecta es la de los hombres buenos e iguales en virtud. Por eso yo digo que con mayor razón, la fraternidad perfecta es la de los hombres buenos e iguales en virtud 

La fraternidad no es nada, sin la unidad. No puede haber fraternidad si no hay unidad. La unidad en la fraternidad masónica, no es un fin o un objetivo. No somos una agrupación con una misión y una visión corporativa, construidas por un acuerdo temporal y cambiante según el tiempo y la región donde se tome. La unidad para nosotros, no es un hacia dónde, sino un cómo, un método, un camino. Es un trabajo diario,  pues la unidad es un lazo que une a los masones en todo el universo, por la profesión de unos mismos principios, es buscar la virtud, por el camino de la virtud misma. Esa liga precisamente es inalterable; y hay quien no comprende cuál es el sentido de ingresar en la Masonería, estudiar la Filosofía Moral y esforzarse por vivir conforme a sus principios.

Luis Umbert Santos en su obra Diálogos de Filosofía Masónica, nos señala que la Francmasonería es UNA y todo lo que se aparte de este principio, se extravía, se coloca fuera de su esfera y pierde todo carácter masónico. Quien toque a las puertas del templo, buscando algo distinto, tiene el derecho de ir tras ello por el sólo hecho de ser un ser humano libre, y posiblemente lo encontrara; sin embargo, no creo que eso sea lo que la Filosofía Moral realmente concede, porque si no se recorre el mismo camino, no se puede llegar al mismo destino.  

Si las logias y sus integrantes no comparten esa unidad, es decir, no trabajan por alcanzar la virtud, profesando los mismos principios, fundamentados en la libertad, la igualdad y en el amor al prójimo como a uno mismo, nunca podrán conformarse en una sola corporación universal, que soporte cualquier diferencia necesaria o estéril. 

¿Por qué a veces no se extiende o peor aún se pierde la unidad?

La respuesta es aparentemente sencilla. Aún y cuando la Filosofía Moral es muy clara desde la ceremonia de iniciación y que a pesar de que sin rodeos nos explica lo que se puede encontrar en Masonería, bien sea por ignorancia o por estulticia, el profano piensa que aquí encontrará cualquier cosa menos la virtud. Nunca repara en ella, tan es así que cuando se le pregunta al respecto, ni siquiera puede definirla.

Por otro lado, cuando se avanza en la carrera masónica sin estudiar ni trabajar correctamente cada grado, sin comprender la esencia de cada enseñanza; lo único que se logra es obstaculizar el progreso de quien si comparte la unidad, la Masonería no puede ser destruida. Sin embargo los cuerpos masónicos pueden dividirse o extinguirse.

La virtud por su naturaleza misma no es seductora, por lo cual no tiene hacia ella, una fuerza magnética atrayente y automática. De lo contrario, la Masonería o cualquier otra filosofía donde se invite al comportamiento virtuoso, sería seguida por toda la humanidad, pero no es así. Creo que el esforzarse en la virtud es útil para la vida; no deseamos imponer ninguna creencia, ni idea. Ese camino es tan bueno como muchos otros que habrá, por eso dejamos a cada cual que libremente vaya por la senda que considere mejor para sí, pues la verdad se halla siempre en consonancia a la naturaleza de las cosas y adhiere las voluntades.     

Es cuanto.  

FRATERNALMENTE


Luis

M∴M∴

Resp∴ Log∴ Simb∴ Antonio Canales Olivares Número 64.

El arte de medir los placeres.

Los últimos exámenes  para aumentar el salario de algunos aprendices me dejaron pensando un poco y; me parece que es importante analizar algunos conceptos que se manejan en nuestro primer grado. Hay que darle contenido a tantas ideas tan útiles. Que se note que todos los jueves, venimos a trabajar; que no gastamos en vano el tiempo pues nuestra obra está con el G∴A∴D∴U∴ 

La duda que germina siempre en la mente de los seres humanos y un atisbo de conciencia, es lo que nos ayuda a buscar la verdad de todo cuanto podamos conocer y comprender por nosotros mismos. Pero emprendido el camino con la mirada fija en conseguir entender y alcanzar metas trascendentes en la vida (aunque al principio no se tenga idea de cuales), lo difícil es no desviarse de ese sendero. ¿Cómo se relaciona la Filosofía Moral con esos aspectos trascendentes?

La Filosofía Moral es un camino que ayuda a darle contenido a la vida. Está en nuestra naturaleza buscar el bien y la felicidad.  Sócrates afirmaba que todos los hombres son buenos por naturaleza; pues nadie comete el mal voluntariamente. Los aquí presentes buscamos un camino para acceder a la felicidad. Todos tratamos de darle contenido a nuestra existencia. Puedo afirmar nuestra creencia en que alcanzando la felicidad encontraremos ese sentido. ¿Practicando la filosofía moral podemos ser felices?

En este recinto aprendí que la manera más acertada de comprender el término “Filosofía Moral” es asociándolo a la ética. Puede considerarse ético todo aquello que en nuestros pensamientos, virtudes,  carácter y modo de vivir se busque el bien, propio y del prójimo. A la logia acudimos con la intención de ser mejores hijos, mejores padres, mejores esposos y mejores hermanos; es claro que aquí se busca el bien. Pero ¿si siempre hablamos de virtud, por qué no siempre la practicamos?

Una causa de esa incongruencia la justifico por nuestra propia ignorancia. Quien realiza una acción que pueda tildarse como negativa o malvada, lo hace creyendo que su acción lleva implícito un bien o hasta cierto punto algo de placer. Ese estado extraviado obedece a que en la base de nuestras opiniones, están nuestras percepciones, superficiales o aparentemente profundas. No es lo mismo hablar de conceptos filosóficos y repetirlos una y otra vez; que conocerlos y vivirlos.

En la Ética Nicomaquea, Aristóteles destaca que los hombres parecen entender el bien y la felicidad partiendo de los diversos géneros de vida. Así el vulgo y los más groseros los identifican con el placer, y, por eso, aman la vida voluptuosa. Otros buscan el honor, la inteligencia <conocimiento>, etc. Quienes se dedican a la vida contemplativa <filósofos>  entienden que la felicidad es la virtud o alguna clase de virtud. Al leer al estagirita, creo que puedo explicarlo de forma sencilla: los placeres exacerbados no forman parte de la naturaleza del hombre, pues este tiene conciencia de su dignidad, hasta cierto punto; al excedernos ya no actuamos conforme a nuestra propia naturaleza. Por lo contrario, las acciones de acuerdo con la virtud, son agradables por sí mismas. Así la vida de algunos no necesita del placer como de una especie de añadidura, sino que tiene el placer en sí misma. En otras palabras, cuando se actúa bien, se vive bien y en esta forma virtuosa se encuentra el placer.

La Mas∴ enseña que virtud es el esfuerzo que domina las pasiones. Para que exista, ha de haber lucha; y no debe jamás confundirse con la honradez, la benevolencia ni la beneficencia. La primera se halla a menudo en los apáticos; la segunda con los débiles, y la tercera puede asociarse con el vicio; y ningún apático, ningún débil, ninguno que delinca, es virtuoso.

Si eventualmente sin esfuerzo alguno, en todo tiempo se es indiferente hacia lo material y el progreso mental o espiritual, no hay virtud en esa conducta. Si la bondad de ánimo se manifiesta automáticamente, se muestra debilidad ya sea por miedo o por ignorancia y tampoco hay virtud ahí. Cuando todo se disfraza como acción altruista, es decir, hay un desprendimiento sin reparo alguno, puede haber un engaño de por medio. Para Sócrates la virtud se alcanzaba al dominar el arte de la medida <metria>; ser virtuoso exige saber calcular los placeres. 

Tomemos una idea expuesta en el libro “Felicidad, placer y virtud, la vida buena según Aristóteles” de Héctor Zagal, en el sentido de que: no todo lo que vemos como pequeño es pequeño; ahí está la Luna, que a simple vista parece caber en la palma de la mano. Análogamente, un placer inmediato nos parece más intenso y útil que un bien futuro. Quien no se domina a sí mismo calcula equivocadamente cuando considera que el placer de comer el pastel es preferible al placer de la salud. El pastel es un placer inmediato, está frente a él. El placer de la salud es remoto, lejano en el tiempo. Si nosotros tuviésemos que elegir hic et nunc entre: a) comer un dulce o; b) no sufrir la amputación de una pierna, como consecuencia del diabetes, seguro se elegiría la opción b). Erramos al actuar, porque nos equivocamos al momento de medir las situaciones. 

Por eso afirmo, que aquí no interesa tener una vida ascética; no intentamos estar lejos de los placeres ni librarnos de ellos. Pero para dominar ese arte de la medida, es necesario conocer lo que se califica  como bueno y como malo. No es indispensable vivirlo en carne propia, recuerden que poseemos la herramienta de la contemplación y nuestras facultades intelectuales para diferenciar la verdad del error. En otras palabras, nuestro carácter moral determina que seamos capaces de distinguir entre el bien auténtico y el bien aparente. 

La virtud requiere un esfuerzo, un dominio, un cálculo consciente y exacto.

FRATERNALMENTE

Luis.

M∴M∴

Resp∴ Log∴ Simb∴ Antonio Canales Olivares Número 64.