No hay progreso, cuando no hay candor.

Al emprender la carrera masónica en busca de la superación y de la liberación, aparentemente encontramos dos caminos para lograrlo: uno es el sendero de filosofía exotérica y otro el de la ruta esotérica. ¿Serán estos todos los caminos? ¿Qué encontraremos en cada uno? Estas líneas son unas cuantas ideas al respecto y espero que nadie esté de acuerdo conmigo, porque no busco convencer a ninguno, solamente quiero incomodar conciencias, esperando que ni la carne, la piel o el cabello opaquen el brillo que puede irradiar la materia gris a causa de vuestras reflexiones. 

La Filosofía Moral puede abordarse desde la perspectiva exotérica mediante el empleo de la contemplación, lo que significa no solamente ver, sino escudriñar mediante una observación profunda y consciente de todo cuanto existe y; también a través de la auto contemplación, que es tanto como conocerse a sí mismo, mirando al interior y mediante la razón, separandonos del Yo. Para ello es pertinente examinar el conocimiento de nuestra orden, realizando un estudio comparado de todas las ideas de los filósofos desde la antigüedad y las bases de nuestra Filosofía Moral.  

La segunda vía es una ruta filosófica metafísica y esotérica, que implica dada esta última característica, conocer todos los planos que comprenden la naturaleza humana. En este camino se requiere un trabajo que sobrepasa lo corpóreo, lo material y; del cual yo no les puedo hablar, porque aun y cuando sé que existe un Principio creador de todo y con base en él, propugno por la existencia de un derecho natural; confieso que tanto la doctrina hermética como la teosofía en alguno de sus postulados, me parecen formas axiomáticas de explicar dicho principio. Aun así, una parte de mi lleva un tinte positivista y considera que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico; y que tal saber sólo puede surgir del método científico, en cualquiera de sus formas.     

¿Qué hacer al estar parado en la antesala de tanto conocimiento? Esta interrogante aplica en mi consideración, para masones y para profanos. Desde el primer grado, se nos previene para entender que sólo el amor al progreso es la base para cualquier superación. Convenientemente para mi, observo que el soporte de ese pedestal es triangular. Un primer apoyo es el trabajo, actividad especulativa y de capital importancia al ser fuente de sustento propio y de nuestras familias. La segunda columna que sostiene la base es el estudio, porque toda actividad intelectual permite conectarnos también con la inteligencia suma. En este trazado no nos ocuparemos de estos dos pilares; aquí toca hablar del tercero solamente: el servicio. 

Para mi, la actitud de servicio es una muestra de amor fraternal.  Es además de un soporte para el progreso, un camino para alcanzar la superación y la liberación. Quien vive para servir se aparta de cualquier egoísmo, le da contenido y sentido a su existencia. Es claro que se ha desprendido del yo. Nunca sentirá un vacío y si alguna vez, le llega el turno de rendir cuentas, seguramente tendrá saldo a favor. Quien actúa así, ya ha comprendido la esencia de cualquier religión o filosofía, para mí, la esencia de la vida.     

No obstante lo anterior, el aprendiz de masón es un hermano que debe tener muy claro que como el primer obrero de la jerarquía, siempre debe estar presto a servir y colaborar en la edificación del templo que venimos levantando. No hay trabajo que exija mayor empeño, ni demande más energía que lo que hacemos después de iniciarnos en Masonería: desbastar la piedra bruta. Ese aprendiz, previamente ya hubo dado muestras de su fuerza; tan sólo recordemos el comienzo, donde el candidato realiza un viaje al centro de la tierra y como nos dice Aldo Lavagnini, ese viaje …“que le hace volver a su estado de pureza originaria –una especie de desnudez adámica– despojándose voluntariamente de todas aquellas adquisiciones que le fueron útiles para llegar a su estado actual, pero que constituyen otros tantos obstáculos para su progreso ulterior”.

Esa actitud de servicio se muestra cuando todos sus esfuerzos por encontrar la verdad, los realiza realmente de corazón, de lo más recóndito y puro de su ser, pues entiende que al entrar en las filas de los Francmasones, siempre debe luchar contra nuestros enemigos naturales, las pasiones. Esta tarea no es exclusiva de los hermanos del primer grado, lo es también de todos sin importar el grado que ostenten. Las primeras pasiones que debemos vencer son las propias, tales como: la soberbia, la envidia y otras más que se me escapan de la mente, dado que a nada bueno conduce conocer  la verdad si no compartimos lo que alcancemos de ella.              

¿Qué valor emplear para lograrlo? La herramienta que la Filosofía Moral nos da para ello es el candor. El tercer escalón que conduce a oriente es fundamental y precisamente, dado su sitio en el templo, a veces pasa lamentablemente desapercibido. La palabra candor, por su etimología se tomó del latin “Candidus”  que significa blanco, de donde deriva la voz “candere” equivalente a “ser blanco”.  Por ello el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua lo define como: “ Sinceridad, sencillez, ingenuidad y pureza del ánimo”. De ahí que candor refleje la idea de pureza, de inocencia. 

Por ello, aprendices y masones en general, nunca deben dejarse tentar por la ambición de conocimiento en sí, ni por el poder que este otorga. El conocimiento secreto que deriva de la Filosofía Moral, no puede compartirse sino con quien legal y honestamente lo obtuvo, pues sólo mediante la constancia en el trabajo y estudio puede acceder a él y podrá, sin lugar a dudas hacer un buen uso. 

Adolfo Terrones Benítez y Alfonso León Garcia en su obra “Los 33 Temas del Aprendiz Masón” señalan que el candor …“nos indica el verdadero camino de la sencillez de nuestros pensamientos, de nuestras acciones y de nuestros actos, mismos que deben estar basados en la pureza de los sentimientos humanos y en la inocencia adquirida, fuera de toda malicia, o de la maldad que inspira la fragilidad del hombre”.

La candidez también es exigible a los profanos. Lograran el éxito que todos deseamos si ellos se sienten como los prisioneros de la  Alegoría de la Caverna de Platón y quieren descubrir la realidad del mundo, dejando atrás sus cadenas y tendrán el valor, la fuerza y constancia que se requiere para poder emerger de las tinieblas a la luz; comprendiendo que para no quedar cegado por el conocimiento y la verdad, deben empezar gradualmente y recorrer desde el norte al sur y así poder llegar a oriente. 

Por su parte los aprendices no deben adelantarse e indagar en los conocimientos que no son propios de su grado, pues no los comprenderán. Por su falta de preparación, tal saber permanecerá inaccesible a su pensamiento. Igual acontece con el profano que vehementemente desea iniciarse en nuestros augustos misterios e investiga la forma de ejecutar el ritual de iniciación. Adelantarse a estas experiencias erosiona la tierra fértil y en ella ningún fruto crecerá.  

La Filosofía Moral por su ortodoxia, emplea el simbolismo y prácticas rituales, se caracteriza por ser eminentemente vivencial. A nada práctico conduciría prescindir de estas herramientas y solamente participar en ceremonias, leer las liturgias del grado o literatura de distintos autores, creyendo encontrar el Santo Grial o la Piedra Filosofal; pues así, no se encontrará ni lo uno ni lo otro.    

Es difícil identificar entre los anhelos puros de superación y las falsas buenas intenciones, movidas por una ambición malsana. Si el conocimiento se transforma sólo en datos, que se acumulan y se atesoran sin compartir, es como el agua que se estanca; ambos están sujetos a la putrefacción de sus componentes. La Masonería no juzga a los hombres; pero si es posible distinguirlos por sus acciones. Ya lo dice La Biblia en Mateo capítulo 7 versículos del 15 al 23: 

15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis.”  

Quien no tiene amor al progreso, terminará alejándose de la Orden, porque no encontrará en ella lo que busca; aunque lea todos los textos, conozca los signos, tocamientos, palabras sagradas o de pase y aunque haya participado en los rituales de todos los grados, sin importar el rito. Más adelante podéis aprender porqué es el “amor” la única fuerza que termina por destruir el velo de la ignorancia, pues sin egoísmo es la única forma de encontrar lo que cada uno realmente busca.   

Es cuanto.  

FRATERNALMENTE


Luis

M∴M∴

Resp∴ Log∴ Simb∴ Antonio Canales Olivares Número 64.