Acerca de Luis

Miembro de la R.'.L.'.S.'. Antonio Canales Olivares número 64, se inició en Masonería en 2005. Poseedor del tercer grado. Ha ocupado cargos en su taller, incluida la veneratura y la Gran Secretaria dentro de la M.'. R.'. G.'. L.'. Cosmos A.C. del R.'. E.'. A.'. y A.'. del Estado de Chihuahua del 2011 al 2017.

El mito de Sísifo y el ultimo viaje del grado de compañero.

En el grado de compañero el objeto de los estudios se centra en el conocimiento de uno mismo a través del estudio de las facultades de los cuales nos doto el G.’. A.’. D.’. U.’., tengo fundamento litúrgico para sostenerlo.

Si se tuviera que resumir la palabra “masonería” en una sola acepción que implicara una acción, desde mi punto de vista seria el estudio. Recordemos que la letra de la Masonería señala que esta es el estudio de la filosofía moral para conocer la práctica de las virtudes.

Este sistema filosófico y moral sugiere una conducta la cual llevan implícito un objetivo fundamental, una acción indispensable para alcanzar la virtud y la instrucción que buscamos. Este objetivo es elevar el nivel de conciencia del masón.

Una persona inconsciente se encuentra privada de su facultad de pensar, de lo único que nos distingue entre los animales. Entonces es claro que el fruto de nuestros esfuerzos labrando esta piedra bruta, incrementa el nivel de conciencia. Por eso es necesario conocer, entender y saber emplear nuestros sentidos. La filosofía moral no persigue que el masón viva intensamente, le enseña a existir conscientemente.

Cuando la atención se dispersa, el nivel de conciencia disminuye y la información que recibimos por parte de nuestros sentidos es mínima, convirtiéndonos en un ente repleto de datos que nulifican a su vez, su capacidad de pensar y discurrir.

¿En qué momento se puede elevar el nivel de conciencia? A todo el mundo se le vende la idea de que el nivel de conciencia puede incrementarse a través de la meditación; no estoy en contra de esta premisa, pero a veces es muy complejo darse un momento para viajar a nuestro interior y conectarse consigo mismo y con el Ser Supremo.

En la mitología griega se cuenta la historia de Sísifo un rey de Éfira. Él se distinguía por ser un hombre sumamente inteligente. Su ingenio superaba a la mayoría de los hombres y a veces hasta los dioses. En una ocasión Sísifo necesitaba que un río pasara cerca de su pueblo y para ello intentó convencer a Asopo  el dios de los Ríos de que le concediera ese favor. En aquella ocasión Zeus habían raptado a La hija de Asopo y éste le pidió a Sísifo que le ayudara encontrarla, a cambio de ello le concedería su río.

Sísifo se enteró de que Zeus había ejecutado el rapto e informó a Asopo quién logró salvar a su hija de las garras de su captor. El dios del trueno como consecuencia de la acción de Sísifo, lo persiguió sin mucho éxito y luego con apoyo de Hermes el dios mensajero logró capturarlo. Como castigo lo mandó al inframundo a que purgara su pena.

En aquel lugar Sisifo convence a Hades para que le permita regresar a la tierra con el fin de vengarse de su esposa pues ella omitió celebrar el funeral debido y tenía un gran odio hacia ella. La petición fue concedida y Sisifo vuelve a la vida; pero nunca cumplió la promesa hecha al dios del inframundo. Esto nuevamente ocasiona la ira de los dioses quienes nuevamente le capturan y le imponen como castigo, el único que pensaron, no podría soportar.

La condena era que Sisifo debería de empujar colina arriba una gran piedra y llegando a la cima, dejarla caer cuesta abajo, para volver a subir la roca y de nuevo verla descender para emprender una vez más la misma acción, así por toda la eternidad. Pero Camus hace una explicación de la que podemos deducir que ante lo absurdo de la vida, el tedio que genera la rutina mal entendida, aunque derive de una actividad del trabajo, debe ser superado.

Hay quien todos los días se levanta, vamos al trabajo por cuatro horas, sale a comer o vuelve a casa para intentarlo; para luego volver al trabajo por otras cuatro horas de labor. Así de seis días a la semana para descansar un solo día y luego emprender el mismo camino, una y otra vez, por semanas, meses y años.

 ¿Cómo relaciono este mito con el último viaje del compañero? Pues porque el dolor, el tedio, lo absurdo y el vicio, sólo se vencen con nuestro pensamiento. Frente a ellos no puede haber resignación de ningún tipo. Y dudo que ir hacia atrás, sin herramientas sea por defecto algo que siempre sea negativo. En realidad creo que lo que este viaje busca es elevar el nivel de conciencia, no caemos en cuenta porque vamos sorprendidos por llevar las manos libres.  

Las acciones sin sentido, absurdas, resultan de difícil comprensión para los seres humanos pensantes y tal parecería que entre más se eleva el nivel de conciencia, mayor es el castigo al intentar comprender lo absurdo, lo que no tiene significado. Así le sucedió a Sisifo.

De la lectura del libro de Albert Camus “El mito de Sísifo”, el autor hace un planteamiento que me hizo cuestionar lo yo había dado por conocimiento firme y aceptado, en relación al último viaje del compañero masón, aquel en el que ya no llevamos herramientas de trabajo. Recuerdo que la liturgia habla de un significado Moral para ese periplo, en los viajes anteriores llevábamos instrumentos de trabajo lo que supone que los empleábamos, y que por consecuencia siempre marchábamos adelante; mas en éste estábamos ociosos, y en vez de seguir con el progreso, retrocedíamos al barbarismo.

El autor explica la forma en que podemos comportarnos ante el absurdo, de alguna forma siendo hombres rebeldes. Pero ¿Qué relación guarda esto con el segundo grado? Reitero, me hace sentido este viaje, en tanto resulta útil al recipiendario para elevar su nivel de conciencia.

La Masonería coloca al trabajo como una actividad esencial del hombre, pues da frutos muy buenos. Pero tampoco prescribe que el ser humano se esclavice en su labor. Quien se afana demasiado en sus deberes, pone una venda en su ojos que no le permite ver más allá de sus herramientas y el resultado de su esfuerzo, dejando pasar la vida. Por eso el momento de ocio, si es de provecho, es el único instante en que se puede si quiera pensar y poner atención en lo que se está haciendo.

No siempre es necesario caminar hacia el frente o para adelante; el sentido y contenido de nuestra vida, aunque absurda, es algo que cada uno le confiere. Alan Watts nos dice que la conciencia es una visión de la realidad libre de ideas y prejuicios. Para desarrollar esa visión hay que conocernos a nosotros mismos.

Para lograrlo no basta el trabajo físico, intelectual o moral; se necesita del momento de descanso o de ocio que nos ayude a decantar las ideas y que permita contemplar lo que nuestros sentidos captan, para valuar en su exacta dimensión las experiencias.   

Ustedes qué piensan: ¿si retrocedemos, si marchamos sin herramientas, si no damos pasos al frente, hemos tomado un camino equivocado? 

FRATERNALMENTE

LUIS

MM

RESP LOG SIMB ANTONIO CANALES OLIVARES NÚMERO 64.

El orador

El Orador (de orare, hablar) es el guardián y conservador nato de todas las leyes masónicas, especialmente de las fundamentales de nuestra orden. En el R∴ de instalación, el M∴R∴G∴M∴ le dice al hermano electo como orador:  

“… sois el representante del pueblo masónico. Vuestro deber es ilustrarlo y defenderlo, exigiendo el estricto cumplimiento de nuestras leyes. Procuraréis velar siempre por el imperio de la moral y la justicia”.

El lugar del orador a la izquierda del V∴ M∴ y cerca de la barandilla está elevada sobre dos gradas, e igual tamaño y forma a la del Sec∴, sobre ella estarán: los estatutos generales de la orden, las constituciones de la gran logia y los reglamentos del Tall∴ y un candelabro de siete luces, no encendiéndose más que tres en los trabajos ordinarios.

Por mucha que sea la sabiduría y por grande que sea la prudencia del Venerable Maestro, está expuesto a abusar de su poder, o a mal interpretar la ley, de donde se deduce la necesidad de un defensor de los derechos del pueblo masónico, una especie de Ministerio Público o Fiscal.

En un orador sabio, su cualidad predominante debe ser el buen criterio, este funcionario debe oponerse a toda deliberación que sea contraria a las leyes, teniendo el derecho de reclamar la suspensión de todo debate en el que crea descubrir la actitud, pasión, o que trate de sustituir a la moderación.

El Orador en trabajos abiertos, nunca hablará ni en pro, ni en contra de ningún asunto a discusión; pero si hablará sobre el punto a debate, con entera imparcialidad, señalando las ventajas o inconvenientes del caso, terminada la discusión la resume y da sus conclusiones, que el Taller, aprobará o rechazará, en forma ordinaria.

En la tenida de instrucción, si no hay instructor, él es el encargado de explicar la simbología de los grados, especialmente a los recién iniciados, en cuya felicitación procurará darles la primera lección de la ciencia masónica. Debe presenciar los escrutinios y cómputos, firmar las actas y minutas con el Venerable Maestro y el Secretario, y es el encargado de celebrar ceremonias fúnebres de la Logia.

Para Kabaleb Kasiel, en el orden simbólico el Orador representa esa ayuda divi­na que aparece en nuestra vida cada vez que iniciamos un nue­vo proyecto, esa voz que, cuando la escuchamos, nos dirige ha­cia el punto preciso, hacia ese detalle que nos situará en el camino de la consecución de nuestros objetivos. 

Para mi, a pesar de todas las labores tan nobles del orador, este oficial de la logia me parece más simbólico de la conciencia del hombre. Porque ayuda a ajustar la conducta de los hermanos ajustándola a la ley y a un proceder aplicando la sabiduría que el V∴M∴ irradia a toda la logia. En la iniciación la labor más placentera es pedir la gran luz y explicar al neófito los significados de la ceremonia y felicitar al taller por la adquisición de un nuevo obrero.

FRATERNALMENTE


Luis

MM

Resp Log Simb Antonio Canales Olivares Número 64.

La séptima libación.

Conforme nuestros antiguos usos y costumbres, corresponde al Gran Maestro, ofrecer este Brindis, al Sol; así como por la prosperidad de la nación mexicana y su gobierno legalmente constituido.

Los masones pertenecemos a una Institución respetuosa, responsable y forjadora de ciudadanos libres, igualmente responsables y respetuosos; nuestra Orden con sus enseñanzas morales nos demuestra que el Gobierno tiene una misión que la sociedad le ha delegado, velar por la paz y tranquilidad publica, defendiendo al débil del fuerte y viceversa, ocupándose de la educación e instrucción del pueblo para asegurar su desarrollo.

Esas son tareas esenciales que deben convertirse en verdaderos principios de la actividad publica. Hoy en día las cadenas que cercan a los hombres ya no vienen sólo del poder soberano y despótico de la propia patria; actualmente los intereses extranjeros, los mercados y los capitales son las rejas de esta jaula que limitan la acción y libertad de todos, aun que vivamos en una aparente independencia.

Aquí y ahora, un mundo que se mueve entre la idea de la globalización o la de los regionalismos a ultranza, que nos hacen olvidar que somos hermanos. Donde el beneficio y lo material es mas importante que el ser y la humanidad. Una sociedad dividida que ha perdido la idea de la fraternidad y la solidaridad, a esto es a lo que han reducido al pueblo, sin importar el estrato social al cual se pertenezca, pues en el fondo, nadie puede dejar de formar parte de el.

Con este brindis en honor al astro rey, simbólicamente se pide la Luz, la gran Luz que permita a nuestros dirigentes ejecutar su encargo con dignidad y diligencia mirando en todo por el bien y prosperidad de la nación. Pero el masón comprende que no hay forma de gobernar a los demás, si no se gobierna uno a si mismo.

Para ser libres y cooperar al engrandecimiento de la patria, no haremos una revolución armada. A través de nuestra filosofía moral, aprendiendo a pensar por uno mismo para conocer los deberes que cada uno tiene para consigo mismo, para con sus semejantes y para con el G.’.A.’.D.’.U.’.. De esta forma sólo generaremos una re evolución en la conciencia del masón, ese efecto paulatinamente impactará en nuestra familia, en nuestro grupo social, en la comunidad y así en toda la Nación.

La labor es ardua, debemos ser la argamasa que una y no materia que genere fricción. Los aquí presentes, tenemos fe en nuestros ideales, esperanza en realizarlos y amor a la humanidad para lograrlo.

Fraternalmente.

Luis.

Causas que pueden matar una Logia.

El abatimiento de columnas es un fenómeno que puede presentarse al interior de las logias; es un suceso funesto que deseamos nunca suceda. Siguiendo las ideas expuestas en el “Manual de Masonería Simbólica” de José Díaz Carvallo, analizaremos las causas que pueden desintegrar una logia, lenta o rápidamente. 

El autor comparte 9 causas, pero aquí abordaremos sólo 5, las cuales creo son las más representativas.

1°.- No asistir a los trabajos con regularidad.

La asistencia del latín: _ “assiduus” _, significa “el que está al lado”. La asistencia es una de las virtudes del masón , no se trata solo del comportamiento social, del compromiso asumido, sino de la participación en un Egregor que beneficia a los que están “a su lado”; se refiere al eslabón de la cadena; la necesidad de la formación del grupo.

2°.- Ser oposicionista sistemático a todo, provocar discusiones inútiles que molesten a los HH.’. y demostrar a cada paso un espíritu de contradicción.

Toda logia es un grupo y como tal, para su buena marcha necesita que entre sus integrantes siempre exista una comunicación abierta y respetuosa. No obstante, para nosotros es importante que en todo momento, se aplique la tolerancia respecto a las ideas y opiniones de los hermanos. 

Quién sistemáticamente se opone a todo, da muestras de que no comparte los mismos objetivos que el resto de integrantes. Aquí debemos distinguir entre la facultad de disentir, que se funda en el justo discernimiento, y la caprichosa opinión sustentada en la pura necedad. Entendemos que en la base de nuestras opiniones están nuestras percepciones; pero en todo tiempo, debemos estudiar, para poder opinar fundamentados en el conocimiento de causa. 

3°.-  No pagar puntualmente sus cuotas mensuales, y querer que el Tesoro siempre esté a flote.

Este es un aspecto importante, porque la Masonería, aún y cuando estudia de manera importante lo que es la Caridad, desde mi punto de vista no puede confundirse con la beneficencia.

La Caridad es una virtud teologal que para nosotros, desde el punto de vista litúrgico es: la Fraternidad, inspirada en las buenas acciones. Por otra parte la beneficencia se puede entender como  el conjunto de acciones dirigidas a hacer el bien a los demás. 

En  la orden masónica, no puede  haber en ningún momento ni el deseo ni la acción que busque el lucro. A lo más, lo que nosotros hacemos es llevar a cabo obras para el sostenimiento de nuestra augusta institución. En la Orden Masónica únicamente importa el honor, la virtud y el talento;  quien busque el amor al dinero, encontrará que aquí entre nosotros nada valen los títulos, posesiones y riquezas que seducen al hombre, haciéndolo al final desgraciado. 

4°.- No aceptar cargos ni comisiones, ya que es más fácil criticar a los que aceptan, que cumplir con Dios.

A la Masonería se llega a trabajar, es un compromiso de por vida. Constantemente tenemos que trabajar contra nuestros enemigos naturales, las pasiones y contra otros muchos más peligrosos. No obstante, nuestro trabajo no siempre es solamente intelectual o espiritua. En otras tantas ocasiones requerimos de empeño, energía y ánimo para poder cumplir con los encargos que nos confiera la Logia.

No son tareas sencillas, debemos estar siempre prestos para servir y cumplir con nuestro deber, porque sabemos que nada da más felicidad, que precisamente poder admirar el deber cumplido.

5°.- No dar su opinión sobre algún asunto, y murmurar fuera del taller sobre la resolución que sobre él se haya tomado, diciendo cómo debía haberse hecho.

La Masonería señala que todo concierto humano exige orden y disciplina. Es necesario que unos gobiernen y otros obedezcan, sin abusos por parte de los primeros y sin envidias ni murmuraciones por parte de los segundos. En todos debe existir el deseo de agradarse mutuamente, procurándose la mayor satisfacción, una sola tendencia, una sola finalidad, un solo propósito, son los que deben guiarnos.

Estas reflexiones se comparten con la única intención de que los integrantes de las logias nunca caigan en conductas que debiliten o extingan la luz de sus respectivos talleres; no basta más que recordar que es muy bueno y delicioso habitar los hermanos juntos y en armonía y que siempre venimos a Logia para buscar los senderos de nuestra propia superación. Entre nosotros no hay uno mejor ni peor, pregonamos la igualdad fraterna y juramos socorrernos mutuamente, uno para todos y todos para uno.

Fraternalmente

Luis.

El discernimiento y el grado de Maestro.

Que los hermanos logren transformarse de seres humanos ávidos de alcanzar la verdad y la virtud o en otras palabras convertirse “en más que hombres” es uno de los fines de la Maestría. El poseedor del tercer grado consigue el dominio completo de todos los componentes de su ser. El dominio de los instintos es tarea especial y más particular de los adeptos de este grado.

Solamente cuando se llega a dominar los instintos y se acaba con los vicios, podemos considerar que existe una verdadera regeneración individual de toda la naturaleza humana del iniciado. 

En este grado se considera que se alcanza por completo la verdadera muerte iniciática. Ésa muerte solamente es consecuencia de una recta, justa y perfecta filosofía y; de un real conocimiento de la verdad. Yo diría que solamente a través de la filosofía, es decir, a través del amor a la verdad, se muere por completo para los errores y  cualquier forma de ilusión. 

Sin embargo, la verdad se alcanza solamente cuando se tiene un deseo tan vivo y violento de conocerla; se requiere entrar en una lucha tan enérgica, como si vuestra vida dependiera de alcanzarla. Pero ese deseo ferviente por alcanzar la verdad, la luz y la instrucción, solamente se logra, si estamos dispuestos a compartirla a los demás sin limitación alguna.

Los Maestros no podemos olvidar que nunca podrá el hombre morir para el error y la ilusión, hasta que no haya aprendido a discernir entre esta y la realidad.

La cualidad del discernimiento es consecuencia de la madurez de la conciencia individual, sobre la cual cesan gradualmente de tener poder las cosas y circunstancias exteriores que constituyen el dominio de la ilusión y de la apariencia. 

El discernimiento se adquiere con el estudio, la reflexión y la meditación, con la observación y la experiencia rectamente entendidas e interpretadas con el más alto y profundo deseo de conocer la verdad y la realidad final y fundamental que en los objetos de la misma se encierran. 

También se adquiere por medio de la práctica de la virtud, aprendiendo a preferir y anteponer los motivos más nobles y elevados de las acciones; a los motivos más bajos, innobles y egoístas. Eligiendo conscientemente entre un motivo y otro, entre una y otra determinación. Con esta elección, manifestamos un primer grado de discernimiento individual, lo usamos y expresamos, de tal manera que ese es el talento más precioso y soberano entre todos, ya que es el único que puede hacer efectiva nuestra soberanía personal, en otras palabras así se alcanza una verdadera libertad. 

Por esta razón la Masonería nos enseña fundamentalmente a pensar por nosotros mismos y hacer el bien por el bien. 

No puede haber verdadera elección sin discernimiento ya que nuestra libertad es una facultad o potencialidad latente; pero tampoco puede haber verdadero discernimiento sin elección. Esotéricamente estas dos facultades se representan por las dos columnas. La columna B es emblemática  del discernimiento individual y nuestra facultad de pensar por nosotros mismos, llevando en nuestras propias manos las riendas que guían el carro de nuestros pensamientos en el dominio pasivo de la Fatalidad. La columna J es la que indica de la misma manera la perfecta y justa elección hecha con la espada del recto juicio y discernimiento, representada por el octavo arcano, es decir de la justicia.

La verdadera maestría consiste en que aprendiendo a pensar por nosotros mismos, elegir de libremente entre el bien y el mal es dominarse a sí mismo para convertirse en un Ciudadano, soberano en el Estado. 

FRATERNALMENTE.

Luis.

Los deberes del Aprendiz Masón.

Al ingresar a la Masonería no se tiene generalmente una idea fidedigna de aquello que se va a encontrar; cualquier cosa que se diga sin haber vivido la experiencia es mera especulación y consecuencia, un derroche inútil de energía. Los juramentos que hacemos, siempre los proferimos de palabra, sin antes conocer su contenido. Es como si firmamos un documento en blanco. Pero adquirir estos compromisos no perjudica en lo más mínimo al recipiendario, pues nuestra orden practica una sana moral que es atemporal y por doquier aceptada.

En cualquier época y lugar es bien visto un ser humano que cumple su palabra, paga sus deudas, trata con tolerancia y justicia a los demás, obedece las leyes del lugar en donde vive y respeta a la naturaleza, tanto la suya propia como aquella de todo lo creado. Esa es una moral a prueba de cualquier espacio o tiempo. No hay sofista que pueda derribar tan poderoso argumento.

Litúrgicamente el aprendiz tiene 3 obligaciones fundamentales: la primera; la segunda y; la tercera que no expreso para preservar nuestro secreto y que invito a todos hagamos un esfuerzo de memoria e imaginación para situarnos en la misma sintonía, pues hemos jurado no escribir nuestros secretos.

Profundizando y siguiendo la literatura de Oswald Wirth encontramos que sus deberes hermanos aprendices son: Callar ante los Profanos, buscar la verdad, querer la Justicia, amar a sus hermanos. y someterse a la Ley. ¿Tendrán la energía suficiente para no claudicar? Yo sólo sé que su perseverancia está en el bien.

En general el Masón es un ser humano discreto, pues entiende el poder de la palabra, tanto creativo como destructivo. Por otra parte esa discreción pone de manifiesto que a él no le seducen los títulos, ni las condecoraciones, pues nuestra orden sólo busca en sus adeptos honor, virtud y talento.

La disciplina del silencio es una de las enseñanzas fundamentales de la Masonería. Quien habla mucho piensa poco. No se llega a la Verdad con muchas palabras ni discusiones, sino más bien con el estudio, la reflexión y la meditación silenciosa. Por consiguiente, aprender a callar es aprender a pensar y meditar.

Hay que buscar la verdad. En lo que venimos a trabajar se trata de eliminar los errores que desfiguran la verdad, la verdad está en todas partes, pero oculta. Hay que distinguir de entre lo falso y lo cierto, lo supersticioso de aquello que pueda ser fe o convicción. Por ello el Masón tiene prohibido hacer juicios a priori, para bien o para mal. Debe ser una inteligencia ampliamente abierta a todas las ideas susceptibles de provocar una modificación en las convicciones presentes. El que tiene sus ideas estancadas y trata de conservarlas no es un hombre de hoy, de progreso: es un pontífice que cree que sabe y que tiene fe en su infalibilidad. Si la iniciación no logra desengañarlo es porque cierra los ojos y tiende a permanecer Profano.

En el constante esfuerzo de buscar la verdad, pueden generarse roses; en principio porque ninguno aprecia la realidad igual que otro. En la base de nuestras opiniones están nuestras percepciones. Nadie está en el error absoluto y nadie, por otra parte, puede enorgullecerse de poseer la verdad perfecta. Por ello la Masonería nos recomienda la tolerancia y el respeto absoluto a la libertad de conciencia. Ya lo decía Juárez en el principio de una de sus muchas frases célebres: “Libre, y para mi sagrado, es el derecho de pensar…”. Por ello les puedo decir que no tratéis de imponer nuestra manera de ver; llevad a los demás a descubrir lo que vos mismo habéis encontrado. Pensad y haced pensar.

El Masón debe querer la justicia. Esto significa que admitimos nuestra posición como miembros de una sociedad en la cual tenemos que trabajar para que todos podamos acudir y convivamos como hermanos. No debemos perder esa capacidad empática de sentirnos herido por toda iniquidad, aun cuando no seamos la víctima directa. Esto se logra a través del estudio que eleva el nivel de consciencia, ya que aquí se aprende a mirar a los infelices y desvalidos como a uno más de nuestros hermanos.

El respeto a la ley. En cuanto a las leyes positivas, por imperfectas que sean, no son menos respetables. Ellas constituyen el elemento fundamental de toda civilización, nos dan garantías contra las arbitrariedades, aseguran el orden y se imponen como una sanción necesaria del pacto social. Un Iniciado se somete, pues a las leyes aun cuando fueran injustas. El se inclina ante la voluntad general aunque ésta esté equivocada. Sócrates prefirió beber la cicuta antes que sustraerse a la sentencia legal, pero inicua que lo humillaba.

Para el Pensador, la razón es la ley suprema, contra la que no podrá invocarse ninguna estipulación escrita. El Iniciado goza de entera libertad, porque es plenamente razonable y, por consiguiente, no puede hacer sino un buen uso de su voluntad. Se es libre porque se elige con conocimiento de causa y aceptando incluso los imponderables a los cuales siempre estamos supeditados. Al fin y al cabo, la única libertad que se tiene, es la libertad de pensamiento, es la única que se puede alcanzar y asegurar.

FRATERNALMENTE

Luis

M∴M∴

Resp∴ Log∴ Simb∴ Antonio Canales Olivares Número 64.


Bibliografía.

El Libro del Aprendiz, Oswald Wirth.

¿Masonería o Francmasonería?

Esta vez mi intención es aportar información sobre un tema sencillo, determinar cuál es la acepción más adecuada cuando haya que referirse a la denominación de nuestra orden. En algunos libros se lee Francmasonería, en otros Masonería, en idioma inglés Freemasonry; algunos autores aluden a los operarios de las logias como masones, otros como francmasones y en lenguas anglosajonas se les denomina free masons.  

Nuestra propia liturgia en el instructivo del aprendiz nos señala que deberíamos decir Francmasonería, que es el verdadero nombre; pero el uso ha hecho que sólo se le dé el nombre de Masonería. Por extensión podemos deducir que propiamente, es mucho más adecuado llamar francmasón al iniciado en esta filosofía moral. 

Los autores no llegan a un consenso sobre este tema. Tal parece que el origen etimológico del término es cambiante de acuerdo a la lengua en la que busquemos el significado. Mencionaré algunos ejemplos, cada uno elija el que filosófica, moral y espiritualmente más le aproveche.    

Por ejemplo Jorge Adoum en su obra “El aprendiz y sus misterios” nos explica que el término francmasón se deriva de las raíces “phree” y “messen”, vocablos egipcios que significan, para algunos autores, “hijo de la Luz” y, para otros, “libre constructor”. Esta explicación puede tener cierto fundamento litúrgico y ritualístico, pues el masón una vez iniciado, simbólicamente renace a la luz y con apoyo en los principios de la libertad, la igualdad y la fraternidad, por su propia voluntad emprende el trabajo de construir su propio templo, su propio edificio.

Por su parte Magister en su “Manual del Aprendiz”  afirma que la palabra masón (del latín medieval macio, equivalente de cantero, de donde vino también el alemán Metzen) parece se usó por primera vez en el siglo XIII, siendo exportada de Francia a Inglaterra. La expresión francmasón (masón afrancado o libre de impuestos) aparece por primera vez en 1375.

El origen de esa última palabra se ha relacionado con los especiales privilegios y exenciones concedidos por los pontífices Nicolás III y Benito XII, en vista de la reconocida moralidad de estas corporaciones y de las obras piadosas a las cuales se dedicaban como constructores de Iglesias. Pero el real significado originario de este atributo de francos o libres ( en inglés freemasons) 

En este sentido, Rafael Fulleda Henríquez, también coincide en esencia con Magister, y nos dice que fue en el siglo XIV cuando se empieza a llamar Francmasones a los constructores que se hallaban asociados en Gremios, y se generaliza la palabra Logia para designar el sitio en donde ellos se reunían. 

Según Henri Tort Nougues, en “La Idea Masónica, Ensayo sobre una Filosofía de la Masonería”, en antaño la  libertad de ejercer un oficio estaba supeditada a una reglamentación rigurosa. Se distinguían dos tipos de oficios: los oficios reglados y los oficios jurados. Los oficios reglados estaban regidos por la autoridad pública, que promulgaba una reglamentación a la que habría que someterse si se quería ejercer estos oficios. Los oficios jurados constituían una especie de cuerpo autónomo; la admisión en estos oficios estaba condicionada a la prestación de un juramento. Los Francmasones pertenecían a la categoría de oficios jurados y lograban su pertenencia mediante juramento. 

Los masones constructores entonces se distinguían por su carácter itinerante lo que los colocaba por fuera del control municipal. Naturalmente, estos hombres no podían ser ni esclavos ni siervos, sino “libres” y dueños de su destino personal. Por lo tanto, como nos dice el V.·.H.·. Iván Herrera Michel en su libro Historia de la Masonería la Logia Operativa y sus Masones son desde el principio un fenómeno económico de origen urbano, sin restricción política territorial, que se desarrolla al compás que lo hace la burguesía. 

¿La piedra franca no aporta nada al origen etimológico del término? Pues algo hay de esto. En el libro “La piedra franca” de José Schlosser, nos explica que durante la edad media, fue extraída de las canteras francesas más piedra que en toda la historia del antiguo Egipto. Su destino: la construcción en el norte de Francia e Inglaterra. Gran parte de ella provino de las canteras de Caen. Caen es la capital del departamento francés de Calvados, ubicado al nordeste, entre el estuario del río Sena y la península de Cotentin. Piedras francas, así se denominó a estas piedras de Caen, al igual que a todas las piedras sedimentarias extraídas de otras canteras. 

Distintos autores, especialmente ingleses, han sostenido que de esta designación proviene el free utilizado en Inglaterra para distinguir a los “masons” dedicados a la construcción de catedrales (freemasons) y que su origen está en el nombre que se aplicaba a la piedra de fácil corte y talla, freestone, a diferencia de la roughstone, la piedra dura y de más difícil corte, que era trabajada por los llamados “hard hewers” (“hacheros duros”) o “rough masons”.

No obstante, todos los operarios constructores de catedrales se agrupaban en gremios, independientemente de que el reclutamiento de trabajadores para estos edificios se hacía sin considerar en absoluto su lugar de residencia. La dependencia de un nuevo patrón y la distancia hacían que en el lugar de la obra donde se establecían para trabajar no regía la autoridad de aquellos cuerpos, por lo que el masón era libre (free from …), un franc-mason (y no masón libre),franc-maçon o freemason.  

En estos casos el prefijo “free” se utilizaba separado del nombre del oficio, significando que sus integrantes tenían los privilegios que se habían otorgado al gremio.  obtener el freedom en un gremio, más específicamente en una Compañía de artesanos, significaba ingresar o afiliarse a la misma.

Tal vez para alguno de ustedes, resulte confuso determinar con seguridad cual es el término correcto con el que nos debemos referir a la masonería. Nuestra orden no se desdora porque se le llame de uno u otro modo. Lo que la enaltece es que cada uno de nosotros sea un operario que no cese en desbastar nuestra piedra bruta, para que no se piense que aquí habéis trabajado inútilmente y que habéis gastado vuestras fuerzas en vano. Comprendemos que nuestra obra está con el G.·. A.·. D.·.U.·. y nuestra recompensa en la  estimación y cariño de nuestros hermanos. 

Fraternalmente.

Luis

M∴M∴

Resp∴ Log∴ Simb∴ Antonio Canales Olivares Número 64.

LA CARIDAD Y BENEFICENCIA.

Estas líneas comenzaron siendo un esbozo para un trabajo de albañilería, tenían por finalidad presentarse ante las columnas de aprendices y compañeros; pero sí, con su exposición en la cámara del medio pretende calar más duro y más hondo. Porque a veces los poseedores del tercer grado pierden, poco a poco, el candor del neófito en Masonería. Como quiera que sea, ojalá los aquí presentes hagamos uso del título del grado y nos comportemos, como el que más, logrando impactar en las cámaras inferiores de nuestra logia, pues el ejemplo arrastra.

Para el Maestro Masón, no deben resultar desconocidas ni las virtudes cardinales: la fe, la esperanza y la caridad; ni las tres causas de todo mal para el hombre: la ignorancia, la hipocresía y ambición. No confundamos la beneficencia con la caridad; pero si en la primera  somos mezquinos ¿cómo asegurarnos de que no somos egoístas? ¿Qué relación tienen estos conceptos entre sí, con la cantidad de monedas que arroja el saco de beneficencia en cada tenida?

Mucho. En principio diremos que desde el primer grado aprendemos que la virtud es el esfuerzo que domina las pasiones y; aun que virtud sólo hay una, según a donde se dirija esa energía moderadora, encontramos algunos tipos de conductas que podríamos considerarlas virtuosas. 

La caridad es una virtud teologal cuyo significado se puede reducir a una mínima expresión. Es equivalente al amor incondicional a los semejantes. Ella no es un sueño, es más fuerte que todas las pasiones y siempre triunfa sobre el sufrimiento y la muerte.

Para alcanzar la inmortalidad, es necesario entender que el servicio es la Ley Suprema de la Evolución Individual, y nunca puede uno llegar a ser verdadero Maestro, hasta que no haya comprendido lo que esto significa. El Servicio del Maestro, ha de distinguirse por la cualidad fundamental del Amor que caracteriza este grado, en esta jerarquía no se debe buscar un salario exterior o interior -como en los precedentes grados,- por constituir éste una identidad con aquél, es decir el mismo Servicio y el Amor que en el se expresa, ha de ser el salario del Maestro. 

Lo que digo es cierto, no existe ningún benefactor de la humanidad, que no haya logrado vencer a la muerte. Sin embargo, la trascendencia sólo se logra si se apoya en un anhelo puro de ayudar al prójimo. Si una acción buena es motivada por el egoísmo, estamos en presencia de la hipocresía, que no es más que el homenaje que el vicio y el mal rinden a la virtud y a la justicia. 

Cuando nosotros damos lo que nos sobra, más que compartir, parece que estamos dando limosna y eso no es un acto de caridad. Esta tiene muchas notas distintivas y muy profundas: es paciente, sufre todas las persecuciones sin llegar jamás a perseguir a nadie; es amable y amorosa; atrae hacia sí al pequeño y no rechaza al grande. Ella no es celosa; no es revoltosa ni intrigante. carece de orgullo. No tiene ambición, ni egoísmo, ni cólera. No supone nunca el mal ni triunfa jamás por la injusticia. La caridad todo lo sostiene y nunca impone un peso que no hubiera soportado antes. Ella es humilde y dulce. No inspira sino la devoción y el sacrificio. 

Cuando nos cuesta trabajo ayudar a los demás, dar y brindarles un servicio, esto muestra que aún no comprendemos la idea fundamental que liga la creencia sobre la divinidad, según se estudia en la filosofía moral. Nuestra ignorancia aun es bastante para continuar con apegos no solamente materiales, que nos hacen creer en necesidades, las cuales una vez satisfechas, no dan valor a nuestra vida.

No obstante, nadie puede dar lo que no tiene y el servicio al que está llamado el Maestro Masón, no es nada más de efectos materiales, pues no sólo de pan vive el hombre, por lo cual debemos en todo tiempo  ayudar a solventar las necesidades morales e intelectuales de nuestro prójimo.   

Es cuanto.

FRATERNALMENTE

Luis

M∴M∴

Resp∴ Log∴ Simb∴ Antonio Canales Olivares Número 64.

La filosofía masónica, un antídoto contra el sentido común. La parte individual. (*).

El sentido común es una aplanadora por la cual todos piensan lo mismo y dicen lo mismo. Ya he comentado aquí que donde todos piensan igual, entonces esto es señal de que nadie piensa realmente.

En el primer grado se podría decir que la filosofía fundamental que se estudia, es lo sustentado por Descartes en “El discurso del método”: la duda filosófica. Llegamos a la Orden Masónica  porque intuimos que existe una verdad, la cual dista mucho de lo que el común de los hombres afirma. Desde el primer día la Filosofía Moral nos enseña que quien no piensa o no examina, que el que jura en las palabra de otro y se abstiene de investigar, si lo que se le enseña o se le  ha enseñado es cierto, no es un hombre, es una máquina. Dudad amigo mío de lo que no conozcais o no comprendais por vos mismo.  

Cuando René Descartes dijo: “Cogito ergo sum”, puso en el centro de toda actividad de pensamiento al ser humano. Dudar de todo es una expresión de nuestra libertad. La libertad se ejerce pensado, es decir, requiere una conciencia crítica.  El “no”, decir que no,  es un principio fundamental de la toma de conciencia, porque el “si” es siempre la afirmación de lo que está establecido. Decir que “no”, muchas veces es afirmarse a sí mismo. 

La libertad de pensamiento es la única a la que podemos aspirar, un lugar donde podemos ser totalmente libres. Como dijo Adan Watts: “No somos libres para trazar un círculo cuadrado, para vivir sin cabeza o detener ciertas acciones reflejas. Estos no son obstáculos para la libertad, sino condiciones de la libertad”. Pero soy libre para hacer todo aquello que no sea una contradicción y para pensar de la forma en que me sea posible.

Hay gente que no piensa, que es un sujeto pensado. No emiten ideas propias, repiten las ideas de los otros. Porque hay una ideología comunicativa que incide en la vida de la sociedad. 

¿Acaso crees que tú piensas sólo aquello que tú quieres? Al reflexionar, caigo en la cuenta que no. Muchas veces doy por sentado que las cosas son como son porque: así se ha hecho siempre;  porque todos lo hacen o, debo admitirlo nunca antes había pensado en eso. 

Desde pequeños nos inculcan verdades que nunca controvertimos. Hay tres fundamentales, seguro que sus padres alguna vez les dijeron: 1) eso no se dice; 2) eso no se toca y; 3) eso no se hace. Sin saberlo, los padres programan a sus hijos, ayudan a conformar en nuestras mentes el sentido común. Hasta nos han hecho creer que es una cualidad escasa el poseerlo. A mí me lo decían de niño. 

El objetivo de la ceremonia de iniciación es elevar el nivel de conciencia, al conceder al recipiendario la luz de la verdad. Pero esa luz, en realidad es sólo un fugaz destello; no es un impacto franco y abierto que aniquile el estado de oscuridad en que se encuentra el profano. 

Pero cuando uno decide ejercer su libertad, es una situación muy compleja. Grandes satisfacciones llegan; pero igualmente grandes pesares se sentirán, porque entonces somos totalmente responsables de nosotros mismos. Una vez que la alcanzamos, no podemos renunciar a ella, ni aunque cerremos los ojos.  Perdemos la posibilidad de escondernos tras la ignorancia, la indolencia o la cobardía.  Y en ese camino estamos prácticamente solos, nadie más reciente la consecuencia de nuestros actos. Ninguno otro deberá soportar las reprimendas de la conciencia, de la nuestra; de ella es imposible escapar. 

Pensar por uno mismo es peligroso. A veces se pierde la habilidad para congeniar con nuestro círculo social. A menudo el libre pensador es censurado o perseguido por aquellos a quienes conviene fomentar el clima de ignorancia.  Un pensamiento libre, expone ideas de conciencia crítica y no todos quieren escucharlas. Hay choques de violencia verbal que terminan en generar odio. En lugar de pensar se agravia, o en el mejor de los casos, se insulta.  Las ideas alimentan la democracia, la pluralidad y el progreso. 

Eliphas Levi dijo que:  “el hombre se libera de los males de la Naturaleza sabiendo sustraerse a la fatalidad de las circunstancias, por el empleo inteligente de su libertad”. 

Esto es cierto, no podemos liberarnos de la fatalidad sin el empleo de un pensamiento propio, porque el pensamiento es el principio de la libertad, la libertad se ejerce para pensar y poner en duda todo, absolutamente todo.

Fraternalmente.

Luis

M∴M∴

Resp∴ Log∴ Simb∴ Antonio Canales Olivares Número 64.

*Lo expuesto en este trabajo se acopió de los textos originales de la Liturgia del primer grado, de las reflexiones del Filósofo argentino José Pablo Feinmann en su programa de televisión “Filosofía aquí y ahora”, así como del libro La Sabiduría de la inseguridad de Adán Watts.

Política y Masonería.

Esta noche, con la venia del V∴M∴, comienzo con una pregunta ¿Es posible hacer o hablar de política en logia? He aquí unas cuantas cavilaciones, que espero les dejen algo que pensar. 

Las logias son un lugar consagrado a la amistad y a la virtud, donde los masones buscan los senderos de su propia superación. Nuestros enemigos naturales son las pasiones, la ignorancia,  el fanatismo, la ambición y otros más que coartan la libertad con la cual el G∴A∴D∴U∴ nos concibió.

Mi respuesta a la pregunta hecha, es que No.  La actividad de la política no vulnera ningún landmark o antiguo límite de forma directa. En mi concepto, en Masoneria no toda política está prohibida. La Constitucion de nuestra Muy Respetable Gran Logia COSMOS, A. C. del Rito Escocés Antiguo y Aceptado del Estado de Chihuahua, en su artículo primero, nos indica que la Masonería adopta de entre varios los principios fundamentales siguientes: 

  • La Masonería tiene como principios invariables la mutua tolerancia, el respeto a todas las opiniones, la libertad de pensamiento, el libre albedrío y el deber de extender a toda la humanidad los lazos fraternales que ligan a los masones entre sí. 
  • En consecuencia Masonería no puede convertirse nunca en una asociación política ni religiosa,ni puede estar al servicio de sectas o partidos.

La política es de acuerdo con el Diccionario de la RAE, “la Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.”. Su etimología es muy comentada y en lo particular prefiero la explicación que ubica el origen de la palabra en las raíces griegas Politike y Techne, lo que podríamos traducir como el arte propio de los ciudadanos, el arte social, el arte de vivir en sociedad, el arte de las cosas del Estado.  

En Logia podemos hablar, estudiar y hacer política sólo como ciencia, aquella parte del saber humano que se ocupa de resolver los problemas que aquejan la individualidad de cada uno, en el ámbito colectivo y los problemas de grupo. Es necesario ocuparse de ello, pues forma parte de la naturaleza humana también. Aristóteles en su obra “Politica” definía al ser humano como un «animal Político» porque sólo puede satisfacer sus necesidades y aspiraciones en el seno de una comunidad política, y puesto que es indeseable una vida humana al margen de la de sus semejantes, la realización del individuo debe llevar aparejado el bien de los demás miembros de su comunidad.

Lo que conforme a nuestra legislación no está permitido, es ejecutar acciones por las cuales nuestra corporación busque el poder público y se perpetúe en él. Tal vez esta última idea correspondería más bien a la acepción de un partido político; pero pienso que es una creencia generalizada en nuestros días, la que afirma que la actividad política actual tiene que ver precisamente con el deseo de acceder al poder público y conservarlo.

Tomemos las preguntas que se hacía Henry David Thoreau en su ensayo “Una vida sin principios”  respecto a la política, los asuntos públicos y la participación de cada uno en ellos: ¿Debe ser mi mente un escenario público donde se discutan los asuntos de la calle y los cotilleos de la sobremesa?, ¿o debería ser una estancia del cielo mismo, un templo hipetro consagrado a servir a los dioses? En nuestro caso podemos formular algunas preguntas parecidas ¿Entonces un masón debe alejarse de la política, los asuntos públicos y permanecer al interior del templo estudiando la ciencia y filosofía política solamente? 

No. El masón es un hombre libre y de buenas costumbres, un ciudadano del mundo. Como tal, debe participar en su comunidad activamente, siempre velando nada más por el bien común. Sabemos que cada uno es un obrero llamado a contribuir al edificio social, una piedra útil a la edificación.  Lo que no nos está permitido es politizar con fines a obtener el poder público.   

Del libro “Curso urgente de política para gente decente”, su autor Juan Carlos Monedero, nos explica que politizar algo, es ser consciente del conflicto inevitable entre los intereses de los individuos y grupos y los del resto del colectivo. Despolitizar significa negar el conflicto, dejar de pensar en las implicaciones colectivas del asunto. 

Numerosos autores de Masonería coinciden en afirmar que nuestra respetable corporación es enemiga de las tiranías. Yo diría que mediante la búsqueda de la luz de la verdad y el respeto a la libertad de los hombres, la Orden Masónica se erige como una resistencia rebelde a la tiranías de las ideas. 

Me parece que es un sentimiento natural, percibir que la libertad de los pueblos está constantemente amenazada, tal sentir la percibieron Lincoln, Ghandi, Bolivar, Juárez, tal vez tú o yo y muchos más incluso sin pertenecer a nuestra Fraternidad. Personalmente coincido con quien afirma que: “ La dictadura de la manipulación es peor que la dictadura del terror. Ésta se presenta como es a cara descubierta. Aquella otra comete lo que podríamos llamar el pecado contra el espíritu del Estado: presentar e incluso instilar gota a gota la falsa conciencia de una libertad que se ha arrebatado”.

El iniciado en Masonería lleva en su interior un prurito que le hace suponer que múltiples creencias, ideas o convencionalismos  no son del todo correctas, pues no satisfacen a su razón.  En mi caso, hay ocasiones en las que pienso que en el escenario social o colectivo, todo está programado para que el mundo siga una dirección predeterminada, la cual se aleja de los principios de paz, justicia y libertad que incunben a todos.  Hay momentos en que como  nos dice Zygmun Baumand en su obra “En Busca de la política” se nos hace creer que:  “Este no es el mejor de los mundos posibles, sino el único que hay. Además, todas las alternativas son peores, deben ser peores y demostrarán ser peores si se las lleva a la práctica. El liberalismo de hoy se reduce al simple credo de que no hay alternativa”. 

El masón debe tomar parte de los problemas de su comunidad y hasta donde alcancen sus fuerzas físicas e intelectuales, para ayudar a remediarlos. No podemos despolitizar las necesidades públicas, negando la existencia del problema. Pero no podemos promover, ni conducir a nuestros semejantes a acciones, que bajo el pretexto de satisfacer una necesidad apremiante de grupo, en realidad lleven implícitas la satisfacción de ambiciones personales o colectivas. 

La Masonería no busca imponer un nuevo orden mundial, ni gobernar la tierra; si acaso, mediante el estudio y trabajo logra poner orden en el caos de la vida de cada operario. Cada uno de nosotros entiende que a lo más, con perseverancia y dedicación se puede llegar a ser el primero de entre sus iguales. Incluso esa distinción en nada puede elevarnos sobre nuestros semejantes, porque a nada práctico conduciría afanarse por ser el primero, cuando se sabe que en la mesa servida, todos alcanzarán alimento para saciar su hambre.       

FRATERNALMENTE

Luis

M∴M∴

Resp∴ Log∴ Simb∴ Antonio Canales Olivares Número 64.