Política y Masonería.

Esta noche, con la venia del V∴M∴, comienzo con una pregunta ¿Es posible hacer o hablar de política en logia? He aquí unas cuantas cavilaciones, que espero les dejen algo que pensar. 

Las logias son un lugar consagrado a la amistad y a la virtud, donde los masones buscan los senderos de su propia superación. Nuestros enemigos naturales son las pasiones, la ignorancia,  el fanatismo, la ambición y otros más que coartan la libertad con la cual el G∴A∴D∴U∴ nos concibió.

Mi respuesta a la pregunta hecha, es que No.  La actividad de la política no vulnera ningún landmark o antiguo límite de forma directa. En mi concepto, en Masoneria no toda política está prohibida. La Constitucion de nuestra Muy Respetable Gran Logia COSMOS, A. C. del Rito Escocés Antiguo y Aceptado del Estado de Chihuahua, en su artículo primero, nos indica que la Masonería adopta de entre varios los principios fundamentales siguientes: 

  • La Masonería tiene como principios invariables la mutua tolerancia, el respeto a todas las opiniones, la libertad de pensamiento, el libre albedrío y el deber de extender a toda la humanidad los lazos fraternales que ligan a los masones entre sí. 
  • En consecuencia Masonería no puede convertirse nunca en una asociación política ni religiosa,ni puede estar al servicio de sectas o partidos.

La política es de acuerdo con el Diccionario de la RAE, “la Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.”. Su etimología es muy comentada y en lo particular prefiero la explicación que ubica el origen de la palabra en las raíces griegas Politike y Techne, lo que podríamos traducir como el arte propio de los ciudadanos, el arte social, el arte de vivir en sociedad, el arte de las cosas del Estado.  

En Logia podemos hablar, estudiar y hacer política sólo como ciencia, aquella parte del saber humano que se ocupa de resolver los problemas que aquejan la individualidad de cada uno, en el ámbito colectivo y los problemas de grupo. Es necesario ocuparse de ello, pues forma parte de la naturaleza humana también. Aristóteles en su obra “Politica” definía al ser humano como un «animal Político» porque sólo puede satisfacer sus necesidades y aspiraciones en el seno de una comunidad política, y puesto que es indeseable una vida humana al margen de la de sus semejantes, la realización del individuo debe llevar aparejado el bien de los demás miembros de su comunidad.

Lo que conforme a nuestra legislación no está permitido, es ejecutar acciones por las cuales nuestra corporación busque el poder público y se perpetúe en él. Tal vez esta última idea correspondería más bien a la acepción de un partido político; pero pienso que es una creencia generalizada en nuestros días, la que afirma que la actividad política actual tiene que ver precisamente con el deseo de acceder al poder público y conservarlo.

Tomemos las preguntas que se hacía Henry David Thoreau en su ensayo “Una vida sin principios”  respecto a la política, los asuntos públicos y la participación de cada uno en ellos: ¿Debe ser mi mente un escenario público donde se discutan los asuntos de la calle y los cotilleos de la sobremesa?, ¿o debería ser una estancia del cielo mismo, un templo hipetro consagrado a servir a los dioses? En nuestro caso podemos formular algunas preguntas parecidas ¿Entonces un masón debe alejarse de la política, los asuntos públicos y permanecer al interior del templo estudiando la ciencia y filosofía política solamente? 

No. El masón es un hombre libre y de buenas costumbres, un ciudadano del mundo. Como tal, debe participar en su comunidad activamente, siempre velando nada más por el bien común. Sabemos que cada uno es un obrero llamado a contribuir al edificio social, una piedra útil a la edificación.  Lo que no nos está permitido es politizar con fines a obtener el poder público.   

Del libro “Curso urgente de política para gente decente”, su autor Juan Carlos Monedero, nos explica que politizar algo, es ser consciente del conflicto inevitable entre los intereses de los individuos y grupos y los del resto del colectivo. Despolitizar significa negar el conflicto, dejar de pensar en las implicaciones colectivas del asunto. 

Numerosos autores de Masonería coinciden en afirmar que nuestra respetable corporación es enemiga de las tiranías. Yo diría que mediante la búsqueda de la luz de la verdad y el respeto a la libertad de los hombres, la Orden Masónica se erige como una resistencia rebelde a la tiranías de las ideas. 

Me parece que es un sentimiento natural, percibir que la libertad de los pueblos está constantemente amenazada, tal sentir la percibieron Lincoln, Ghandi, Bolivar, Juárez, tal vez tú o yo y muchos más incluso sin pertenecer a nuestra Fraternidad. Personalmente coincido con quien afirma que: “ La dictadura de la manipulación es peor que la dictadura del terror. Ésta se presenta como es a cara descubierta. Aquella otra comete lo que podríamos llamar el pecado contra el espíritu del Estado: presentar e incluso instilar gota a gota la falsa conciencia de una libertad que se ha arrebatado”.

El iniciado en Masonería lleva en su interior un prurito que le hace suponer que múltiples creencias, ideas o convencionalismos  no son del todo correctas, pues no satisfacen a su razón.  En mi caso, hay ocasiones en las que pienso que en el escenario social o colectivo, todo está programado para que el mundo siga una dirección predeterminada, la cual se aleja de los principios de paz, justicia y libertad que incunben a todos.  Hay momentos en que como  nos dice Zygmun Baumand en su obra “En Busca de la política” se nos hace creer que:  “Este no es el mejor de los mundos posibles, sino el único que hay. Además, todas las alternativas son peores, deben ser peores y demostrarán ser peores si se las lleva a la práctica. El liberalismo de hoy se reduce al simple credo de que no hay alternativa”. 

El masón debe tomar parte de los problemas de su comunidad y hasta donde alcancen sus fuerzas físicas e intelectuales, para ayudar a remediarlos. No podemos despolitizar las necesidades públicas, negando la existencia del problema. Pero no podemos promover, ni conducir a nuestros semejantes a acciones, que bajo el pretexto de satisfacer una necesidad apremiante de grupo, en realidad lleven implícitas la satisfacción de ambiciones personales o colectivas. 

La Masonería no busca imponer un nuevo orden mundial, ni gobernar la tierra; si acaso, mediante el estudio y trabajo logra poner orden en el caos de la vida de cada operario. Cada uno de nosotros entiende que a lo más, con perseverancia y dedicación se puede llegar a ser el primero de entre sus iguales. Incluso esa distinción en nada puede elevarnos sobre nuestros semejantes, porque a nada práctico conduciría afanarse por ser el primero, cuando se sabe que en la mesa servida, todos alcanzarán alimento para saciar su hambre.       

FRATERNALMENTE

Luis

M∴M∴

Resp∴ Log∴ Simb∴ Antonio Canales Olivares Número 64.

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