Profunda es la diferencia entre el Yo y el Ego, porque si bien el “Ego” significa la persona humana viva, el “Yo” es la parte divina dentro del hombre.
Yo soy el nombre de Dios. El masón no puede decir: “Soy un masón”, porque él intentaría tomar el lugar de Dios. El yo ordena al espíritu; El ego, la conciencia.
La palabra “Ego” proviene del “egoísmo”, que es la forma negativa de la personalidad humana.
Sin embargo, en ciertas ocasiones, el hombre necesita este egoísmo; Al cuidar sus intereses, su bienestar, su salud, el egoísmo es saludable. En la máxima bíblica: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, encontramos la expresión egoísta de que, “antes de amar a tu prójimo”, el hombre debe aprender a amarse a sí mismo, como ejercicio y como campo experimental, para luego poder con eficiencia amar a su prójimo.
El masón debe observar estos aspectos “pulidos”, tanto en su vida masónica como profana.
No pronuncies el nombre de Dios en vano; el “Yo Soy”, que es el nombre de Dios, debe evitarse, como por ejemplo: “Yo soy bueno”; “Hago esto o aquello”.
El masón debe ser prudente al hablar.
Breviário Maçônico / Rizzardo da Camino, – 6. Ed. – São Paulo. Madras, 2014, p. 131.