Los últimos exámenes para aumentar el salario de algunos aprendices me dejaron pensando un poco y; me parece que es importante analizar algunos conceptos que se manejan en nuestro primer grado. Hay que darle contenido a tantas ideas tan útiles. Que se note que todos los jueves, venimos a trabajar; que no gastamos en vano el tiempo pues nuestra obra está con el G∴A∴D∴U∴
La duda que germina siempre en la mente de los seres humanos y un atisbo de conciencia, es lo que nos ayuda a buscar la verdad de todo cuanto podamos conocer y comprender por nosotros mismos. Pero emprendido el camino con la mirada fija en conseguir entender y alcanzar metas trascendentes en la vida (aunque al principio no se tenga idea de cuales), lo difícil es no desviarse de ese sendero. ¿Cómo se relaciona la Filosofía Moral con esos aspectos trascendentes?
La Filosofía Moral es un camino que ayuda a darle contenido a la vida. Está en nuestra naturaleza buscar el bien y la felicidad. Sócrates afirmaba que todos los hombres son buenos por naturaleza; pues nadie comete el mal voluntariamente. Los aquí presentes buscamos un camino para acceder a la felicidad. Todos tratamos de darle contenido a nuestra existencia. Puedo afirmar nuestra creencia en que alcanzando la felicidad encontraremos ese sentido. ¿Practicando la filosofía moral podemos ser felices?
En este recinto aprendí que la manera más acertada de comprender el término “Filosofía Moral” es asociándolo a la ética. Puede considerarse ético todo aquello que en nuestros pensamientos, virtudes, carácter y modo de vivir se busque el bien, propio y del prójimo. A la logia acudimos con la intención de ser mejores hijos, mejores padres, mejores esposos y mejores hermanos; es claro que aquí se busca el bien. Pero ¿si siempre hablamos de virtud, por qué no siempre la practicamos?
Una causa de esa incongruencia la justifico por nuestra propia ignorancia. Quien realiza una acción que pueda tildarse como negativa o malvada, lo hace creyendo que su acción lleva implícito un bien o hasta cierto punto algo de placer. Ese estado extraviado obedece a que en la base de nuestras opiniones, están nuestras percepciones, superficiales o aparentemente profundas. No es lo mismo hablar de conceptos filosóficos y repetirlos una y otra vez; que conocerlos y vivirlos.
En la Ética Nicomaquea, Aristóteles destaca que los hombres parecen entender el bien y la felicidad partiendo de los diversos géneros de vida. Así el vulgo y los más groseros los identifican con el placer, y, por eso, aman la vida voluptuosa. Otros buscan el honor, la inteligencia <conocimiento>, etc. Quienes se dedican a la vida contemplativa <filósofos> entienden que la felicidad es la virtud o alguna clase de virtud. Al leer al estagirita, creo que puedo explicarlo de forma sencilla: los placeres exacerbados no forman parte de la naturaleza del hombre, pues este tiene conciencia de su dignidad, hasta cierto punto; al excedernos ya no actuamos conforme a nuestra propia naturaleza. Por lo contrario, las acciones de acuerdo con la virtud, son agradables por sí mismas. Así la vida de algunos no necesita del placer como de una especie de añadidura, sino que tiene el placer en sí misma. En otras palabras, cuando se actúa bien, se vive bien y en esta forma virtuosa se encuentra el placer.
La Mas∴ enseña que virtud es el esfuerzo que domina las pasiones. Para que exista, ha de haber lucha; y no debe jamás confundirse con la honradez, la benevolencia ni la beneficencia. La primera se halla a menudo en los apáticos; la segunda con los débiles, y la tercera puede asociarse con el vicio; y ningún apático, ningún débil, ninguno que delinca, es virtuoso.
Si eventualmente sin esfuerzo alguno, en todo tiempo se es indiferente hacia lo material y el progreso mental o espiritual, no hay virtud en esa conducta. Si la bondad de ánimo se manifiesta automáticamente, se muestra debilidad ya sea por miedo o por ignorancia y tampoco hay virtud ahí. Cuando todo se disfraza como acción altruista, es decir, hay un desprendimiento sin reparo alguno, puede haber un engaño de por medio. Para Sócrates la virtud se alcanzaba al dominar el arte de la medida <metria>; ser virtuoso exige saber calcular los placeres.
Tomemos una idea expuesta en el libro “Felicidad, placer y virtud, la vida buena según Aristóteles” de Héctor Zagal, en el sentido de que: no todo lo que vemos como pequeño es pequeño; ahí está la Luna, que a simple vista parece caber en la palma de la mano. Análogamente, un placer inmediato nos parece más intenso y útil que un bien futuro. Quien no se domina a sí mismo calcula equivocadamente cuando considera que el placer de comer el pastel es preferible al placer de la salud. El pastel es un placer inmediato, está frente a él. El placer de la salud es remoto, lejano en el tiempo. Si nosotros tuviésemos que elegir hic et nunc entre: a) comer un dulce o; b) no sufrir la amputación de una pierna, como consecuencia del diabetes, seguro se elegiría la opción b). Erramos al actuar, porque nos equivocamos al momento de medir las situaciones.
Por eso afirmo, que aquí no interesa tener una vida ascética; no intentamos estar lejos de los placeres ni librarnos de ellos. Pero para dominar ese arte de la medida, es necesario conocer lo que se califica como bueno y como malo. No es indispensable vivirlo en carne propia, recuerden que poseemos la herramienta de la contemplación y nuestras facultades intelectuales para diferenciar la verdad del error. En otras palabras, nuestro carácter moral determina que seamos capaces de distinguir entre el bien auténtico y el bien aparente.
La virtud requiere un esfuerzo, un dominio, un cálculo consciente y exacto.
FRATERNALMENTE
Luis.
M∴M∴
Resp∴ Log∴ Simb∴ Antonio Canales Olivares Número 64.