Parte de la ideología liberal sustentada por la Filosofía Moral, consiste en propagar la idea de la libertad de trabajo, es decir, que cualquier sujeto tenga la posibilidad de dedicarse a la actividad que le convenga, siempre y cuando sea un fin licito.
En Masonería el trabajo es una actividad relevante y se dice que constituye la oración del masón. Lo consideramos como la más honrosa de las condecoraciones y este es un axioma para nuestra institución. Tal vez porque en la justa medida es fuente de progreso y riqueza duraderos. Sin embargo, llevado al extremo también es calificado como una adicción; tan es así que los entendidos utilizan un anglicismo para designar este vicio: Workalcoholic le llaman. No comparto la opinión de aquellos que ven el trabajo como una condena; independientemente de que debemos ganar nuestro pan de cada día con el sudor de nuestra frente.
A lo largo de los tiempos, han existido sociedades con diferentes perspectivas a cerca del trabajo. A los trabajadores disciplinados, muchos los han alabado por ser hombres laboriosos; pero si se dedican a otras faenas que les proporcionan más beneficios, aunque menos dinero, algunos comenzarán a mirlos como a un holgazán, con independencia de que la persona se autosuficiente.
A pesar de lo que se piense, creo que cada hombre es libre de hacer con su vida lo que le plazca, mientras no perjudique a los demás en ningún sentido. Tal vez podría ser lícito vivir del sudor ajeno, solamente si se comprendiera que todos somos hermanos y dueños de los frutos de la tierra, con una inherente obligación a nuestra condición humana, de compartir los bienes de que disfrutamos. Pero esa cosmovisión o por lo menos perspectiva, no es seguida por la mayoría de gente y evidentemente, tampoco es aceptada por los capitalistas de ninguna época.
No estoy propugnando por el hedonismo inteligente de Epicuro; no creo que debamos regir la dirección de nuestras vidas buscando acumular la mayor cantidad de placer y reduciendo al máximo el dolor. Pero estimo que, si pudiéramos vivir con más frugalidad y haciendo un buen uso de nuestros recursos, tendríamos una existencia más dichosa, sin tener que transformar el trabajo en esclavitud.
El trabajo es más que cualquier simple esfuerzo. Es una actividad valiosa porque produce un resultado; puede ser material o intelectual. usualmente se le ha dado más valor al último que al primero. El trabajo no es artículo de comercio, (no es una mercancía) pero la humanidad ha permitido que esté sujeto a las leyes de la oferta y la demanda.
Nunca se debe olvidar que el trabajo como dije, es lo único que genera riqueza duradera. El capital no crea nada, sin la hábil mano del hombre que le transforme. La teoría del valor de Karl Marx sostiene que el valor de una mercancía depende del trabajo socialmente necesario para producirla. Es decir, se calcula con base al tiempo promedio requerido por las empresas del sector para fabricar un determinado bien. No obstante, se ha mal entendido últimamente que, para lograr cualquier empresa con éxito, solamente se necesita dinero pues este es un bien con valor de cambio absoluto.
¿Es verdad que el trabajo dignifica al hombre?
No todo trabajo dignifica al hombre. Creo que para vivir con dignidad, nuestro trabajo debe permitirnos satisfacer todas nuestras necesidades naturales e incluso tal vez algunas adquiridas. Pero no sólo basta que sea un satisfactor, sino que debe permitir el desarrollo de la vida conforme a las leyes de la naturaleza; esto es, con la posibilidad de alcanzar un el sustento y progreso individual y familiar en todos los ámbitos, incluidos el cultural y el espiritual.
¿Qué postura debe adoptar el masón frente al trabajo?
Debemos ver al trabajo como una eficaz herramienta para alejarnos de los vicios; ejecutarlo con el cuidado, esmero e intensidad apropiados, por la felicidad que da poder admirar el deber cumplido, pues sabemos que ese esfuerzo va siempre en pos de un bien superior. Como nos dice Henry David Thoreau, …. “el propósito del obrero no debiera ser el ganarse la vida o conseguir “un buen trabajo”, sino realizar bien un determinado trabajo y hasta en un sentido pecuniario sería económico para una ciudad pagar a sus obreros tan bien que no sintieran que estaban trabajando por lo mínimo, para seguir viviendo sin más, sino que trabajaban por fines científicos o morales. No contrates a un hombre que te hace el trabajo por dinero, sino a aquél que lo hace porque le gusta”.
En otro orden de ideas, adicionalmente pienso que no puede considerarse como trabajo, cualquier acto que explote al prójimo. Existe una moderna explotación, donde hay bajo salario y jornadas que impiden al obrero llevar a cabo el resto de sus actividades. En palabras de Henry David Thoreau, no podemos permitir que el culto a la superación en la tierra y al trabajo permanente, transforme el sudor de la frente de cualquiera, en un permiso de explotación a sí mismo. No permitamos que nuestra concepción del trabajo se convierta en una trampa que nos ponemos a nosotros mismos. Por tanto, también debemos rechazar el trabajo en las fábricas que suponga la explotación de los demás.
Personalmente yo pienso que debemos propugnar por la libertad de trabajo y buscar que el empleo de la gente sea más que digno que útil. Debemos romper la inercia que concede un valor ínfimo al esfuerzo del productor del campo, del albañil, del intendente; en fin, de cualquier trabajo físico o manual. Aun que sea difícil, no deberíamos utilizar como base para la medición, sólo el beneficio económico que el trabajo produce al mercado.
Todos los trabajos deberían tener un valor alto, considerando que la realización del empleo consume tiempo de vida y este es un bien finito, de incalculable valor. Si no se percibe esto, es porque cada uno de nosotros, es también incapaz de tasar el valor que tiene su vida y; como siempre, no ha caído en la cuenta que un día, quera la providencia sea lo más tarde, morirá.
Fraternalmente
Luis.
M∴M∴
Resp∴ Log∴ Simb∴ Antonio Canales Olivares Número 64.